Hay ciertos hechos en nuestro día a día que tenemos asumidos como verdades absolutas, y si alguien nos contradice en alguna de ellas, va a ser muy difícil asumir que no es como nosotros creíamos. Puede pasar con una infinidad de cosas que vemos a diario y, un gran ejemplo de ello, es el color del Sol. Claramente es amarillo, podríamos pensar todos. La realidad es que no es así, o no del todo.
A través de su cuenta de Twitter, el astronauta Scott Kelly, nos confirmó que el Sol en realidad es blanco, no amarillo. Este astronauta es muy activo en redes sociales, a través de las cuales comparte distintas informaciones científicas acerca del espacio, así como fotos o vídeos de la época en que él mismo estuvo en el espacio, en el año 2015, orbitando La Tierra en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés). No solo puede afirmar que el Sol es de color blanco por el conocimiento de la explicación científica, sino por haberlo visto el mismo con sus propios ojos.
¿Por qué lo vemos amarillo y no blanco?
A raíz de su tuit, mucha gente se ha preguntado, ¿por qué vemos el sol amarillo si en verdad es blanco?
La verdadera razón reside en La Tierra, más concretamente unos kilómetros por encima de la superficie terrestre, en la atmósfera. Y es que, hay ciertas partículas que la componen que distorsionan la luz y hacen que lo veamos amarillo.
El Sol, como todas las estrellas, genera una gran cantidad de energía a través de la combustión de hidrógeno. Eso hace que su superficie esté caliente, muy caliente (14 millones de grados), por lo que emite todas las longitudes de onda, lo que provoca que al juntarse todas se vea el color blanco. Lo que ocurre es que, cuando la luz llega a La Tierra, algunos de los fotones que llegan del Sol salgan rebotados y solo nos lleguen algunos, como los tonos más amarillos o anaranjados.