Ana Julia permanece ingresada en la prisión almeriense de El Acebuche, donde se encuentra aislada y con la única compañía de una presa, que se ha ofrecido voluntariamente a estar junto ella las 24 horas, como sugiere el método antisuicidios, para lograr de este modo una reducción de la pena.
Días después de que confesara el asesinato del pequeño Gabriel, y con la situación más calmada, podemos analizar fríamente los gestos y palabras de Ana Julia a lo largo del proceso, y que terminaron deparando en su detención con el cadáver del niño en el maletero.
Durante los trece días que duró la investigación, Ana Julia mantuvo un papel en el que alternaba frialdad con emotividad excesiva, acompañado de muchas mentiras. Fueron precisamente las incoherencias a la hora de entregar el móvil o el ordenador las que despertaron las sospechas entre la Guardia Civil. La familia tuvo la misma sensación negativa cuando la asesina confesa insistió en subir la recompensa para quien aportara nuevas pistas sobre el paradero de Gabriel. Finalmente, Ana Julia cayó en su propia trampa.
El comportamiento de Ana Julia durante las dos semanas de investigación
Pasado un tiempo, lo que sorprende especialmente de la asesina confesa del niño es la manera de ocultar públicamente su implicación. El propio comandante de la UCO, Juan Jesús Reina, la denominó como una mujer con "una frialdad máxima, con falta de preocupación por otras personas, posesiva y egocéntrica".
Siempre cerca de Ángel, el padre de Gabriel, Ana Julia, mostraba "un encanto superficial con el que pretende mantener una relación armoniosa con todos a fin de no levantar sospechas entre los investigadores", según el psicólogo criminalista Jorge Jiménez en COPE. Esto último podemos comprobarlo en todos los actos conjuntos, en los que aparece la novia de Ángel en actitud cariñosa con él y el resto de la familia.
Así se mantuvo delante de las cámaras y los periodistas, con quienes, por cierto, la relación era más difícil. De hecho, el día anterior a su detención pidió que dejaran de seguirla.
La Guardia Civil sostiene que el momento clave de la investigación fue cuando Ana Julia encontró la camiseta blanca de Gabriel entre los matorrales, seca a pesar de las recientes lluvias. La mujer fingió entonces sufrir un ataque nervioso que desató todo tipo de sospechas, sobre todo por la frialdad con la que hablaba del asunto poco después.
En una entrevista recogida por 'Expediente Marlasca', Ana Julia es preguntada por la casualidad de que fuera ella quien descubriera esa valiosa pista. Tras asentir con indignación, contesta: "Es extraño, pero nos da igual. Lo que importa es que aparezca Gabriel. La hayamos encontrado nosotros, o cualquiera, eso nos da igual. Nos da una esperanza de encontrarle con vida".
Ahora, sabemos todo formaba parte del relato de Ana Julia para encubrir su asesinato. Sin embargo, sus contradicciones terminaron jugándole una mala pasada.