"Esa ley hay que cambiarla". Estas palabras sobre la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) fueron las que pronunció Albert Rivera después de conocer los resultados de las elecciones el pasado 26-J. Son ocho los escaños que finalmente perdió la formación naranja después de que 376.772 personas de las que les votaron en diciembre decidiesen cambiar el voto.
Esta no es la primera vez que se pide una reforma de la LOREG, que sigue el método de asignación de escaños creado por Victor D'Hondt, sino que se suma a una amplia tradición de protestas abanderada por los partidos más minoritarios que se presentan en todo el territorio español. Y es que este sistema electoral favorece el voto a los grandes partidos, PP y PSOE en este caso, haciendo que los escaños se consigan con más o menos votos dependiendo de la circunscripción en la que se presente.
Aunque esto se concibe con la pretensión de favorecer la estabilidad, buscando la gobernabilidad a través del apuntalamiento de grandes partidos, el hecho de que haya votos con más capacidad que otros de otorgar un escaño puede ser entendido como algo injusto. Es precisamente por esto por lo que Ciudadanos ha necesitado 97.617 votos para obtener un escaño y el Partido Popular 57.709, y por lo que PACMA, con 284.848 votos, no ha conseguido representación parlamentaria.
Sin embargo, existen muchos otros sistemas electorales que buscan la estabilidad, una mayor representatividad o el evitar que gobierne el candidato más votado si la mayoría de la población prefiere a cualquier otro antes que a ese.
1 El sistema de votos de Mayoría Relativa
Los sistemas electorales de Mayoría Relativa más conocidos se encuentran en los países angloparlantes, como Reino Unido, Canadá, Irlanda, Nueva Zelanda y Estados Unidos, aunque también se usa en algunas naciones caribeñas, como Belice, y en países asiáticos y africanos.
En este sistema el candidato ganador es simplemente la persona que obtiene más votos, sin necesidad de llegar a la mayoría absoluta. Esto implicaría que un candidato podría ganar unas elecciones con solo un voto, siempre que los otros partidos no hubiesen obtenido ninguno.
La Mayoría Relativa beneficia a los partidos políticos de amplia base, puesto que son los que obtendrán un mayor número de votos. Esto provoca que los partidos políticos deban incluir en sus programas líneas de actuación que contenten a la mayoría de los grupos sociales, lo que cobra especial importancia en los territorios que están muy divididos étnica o territorialmente. El sistema también permite escoger directamente a personas, y no a partidos políticos, con lo que se mantiene un vínculo entre los representantes y los representados, y también permite a los votantes evaluar el trabajo de la persona en la que han depositado su voto. De la misma forma, permite que se presenten candidatos independientes del partido que han trabajado en una zona concreta, al que le unen lazos sociales o familiares. Por otro lado, la Mayoría Relativa también expulsa a los partidos más extremistas del panorama político, al no tener suficiente base social.
Esto, por tanto, implica que es muy probable que se formen dos grandes partidos (uno de tendencia más a la izquierda y otro más a la derecha), y que los ciudadanos acaben apoyando únicamente al candidato de uno u otro partido. En este sistema se produce la misma situación: los partidos que acaban de surgir o los partidos pequeños son prácticamente eliminados del sistema, puesto que no es probable que consigan tanto apoyo social, con lo que no estarán representados en el Parlamento. De la misma forma, las minorías sociales, raciales o las mujeres tendrán muchas menos probabilidades de ser escogidas representantes.
Dado que los partidos minoritarios no tienen opciones reales de que sus candidatos sean escogidos, el sistema de Mayoría Relativa impulsa lo que se conoce como "votos desperdiciados", que acarrean una gran desafección por el sistema, al ver que no todas las ideas pueden verse representadas.
2 El sistema de Doble Ronda
Este sistema, como su nombre indica, se basa en que se llevan a cabo dos votaciones, generalmente con una o dos semanas de diferencia. En general, la Doble Ronda se utiliza en Francia y en aquellos países que fueron sus colonias, como Mali, Togo, República Central Africana o Chad. También se utiliza, en menor medida, en otros países como Hungría, y cada uno de estos lugares tiene sus propias particularidades.
En general, la primera vuelta funciona de la misma forma que la elección por Mayoría Relativa, solo que si un candidato no consigue la mayoría absoluta se pasa a una segunda ronda. Esto es así porque se entiende que aunque el candidato ganador de la primera vuelta tenga más apoyos, al no obtener mayoría absoluta se puede dar el caso de que la población prefiera votar cualquier otra cosa.
En el caso francés, en las elecciones legislativas cualquier candidato que haya obtenido más de 12,5% de los votos en la primera vuelta puede competir en la segunda, siendo el ganador aquel que consiga un mayor número de votos, independientemente de que sea, o no, mayoría absoluta.
Este sistema permite a los votantes tener más de una oportunidad para elegir a sus representantes o cambiar de preferencia en la segunda vuelta, una vez que se sepa cuáles van a ser los partidos con suficiente representación. Sin embargo, este sistema también eleva los costes, y exige que los ciudadanos vayan a votar dos veces en pocas semanas, lo que suele provocar una gran descompensación de abstención entre las primeras elecciones y las segundas.
3 El sistema del Voto Alternativo
Este sistema electoral es muy poco utilizado y únicamente hay dos casos en todo el planeta en el que se usa: Australia y Nauru, con algunas modificaciones en el caso de este último.
El Voto Alternativo permite a los ciudadanos depositar un voto con muchas opciones a la hora de marcar las papeletas: el elector debe indicar con un '1' cuál es su candidato favorito, con un '2' el segundo candidato que prefieren y así sucesivamente. Por tanto, el sistema permite que los votantes muestren cuáles son sus preferencias en lugar de indicar un único candidato.
Aquel candidato que haya obtenido la mayoría absoluta es escogido inmediatamente; sin embargo, en el caso de que esto no se produjese, se elimina el candidato con menor número de primeras preferencias ('1'). Así, comienzan a tomarse en cuenta las segundas preferencias, asignándolas a los candidatos restantes conforme al orden indicado en la papeleta. Este proceso se repite hasta que un candidato obtiene la mayoría absoluta y se asegura el escaño.
En el caso de Nauru no se producen eliminaciones si no se da la mayoría absoluta, sino que los votos se comienzan a contar de forma fraccional, es decir, la primera preferencia vale como un voto, la segunda como medio, la tercera como un tercio, etc. El candidato con más votos se queda con el escaño.
Este sistema cuenta entre sus ventajas que permite la acumulación de votos de varios candidatos ya alineados, con lo que es posible que se combinen intereses diversos pero relacionados. De la misma forma, los partidos minoritarios pueden influir a través de sus segundas y subsecuentes preferencias en la elección del ganador. Esto implica que los candidatos no tendrían que buscar solo el voto de sus seguidores, sino también de las segundas preferencias de otros partidos.
Como contrapartida, es necesaria una gran alfabetización para implantar un sistema tan complejo que, por otra parte, puede provocar resultados muy desproporcionados al ir eliminando a los candidatos menos votados.
Sin embargo, únicamente este sistema tan complejo es el que permite a los partidos minoritarios jugar un papel más o menos importante. La mayoría de los sistemas representativos prefieren la estabilidad y la gobernabilidad, que una representación más fiel a los votos de los ciudadanos.