La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha llevado a la Unión Europea y Estados Unidos a barajar todo tipo de sanciones con el objetivo de dañar la economía rusa e intentar que se complique la situación interna de Vladímir Putin.
En este contexto, una de las medidas más duras que se están planteando es expulsar al país del sistema de financiación SWIFT. Se trata de una posibilidad que se está barajando tras aprobar dos paquetes de sanciones, que se aplican de manera progresiva para forzar al régimen y que implicaría excluir a Rusia de un método básico de financiación bancaria a nivel internacional.
El sistema SWIFT (Sociedad para el Interbank Worldwide Financial Telecomunicaciones) es un sistema de mensajería cifrada que facilita las transferencias internacionales entre bancos. Mediante este método, los mensajes son seguros, lo que permite mover grandes volúmenes de dinero a mucha velocidad para garantizar la economía de los países.
Se trata de una cooperativa compuesta por miles de instituciones que utiliza un servicio fundado en 1973, cuando se estableció en Bruselas con más de 200 entidades. En 1976 ya tenía más de 500 miembros en más de 15 países, pero todavía estaba en pruebas y no fue hasta 1977 cuando comenzaron a enviarse los primeros mensajes.
Una década después, tenía 2.161 clientes en 61 países y ya había enviado más de 192 millones de mensajes, mientras que en la actualidad supera los 9.000 miembros a nivel mundial.
La exclusión de Rusia y sus alternativas
Si Rusia finalmente termina siendo excluida de este sistema, los bancos rusos no podrían acceder a os mercados financieros de todo el mundo. Las empresas y los particulares de ese país tendrían mayores dificultades para pagar las importaciones y recibir efectivo por las exportaciones, pedir dinero prestado o invertir en el exterior.
Si dichas entidades financieras quedan fuera del sistema SWIFT, la operativa se vería seriamente complicada, ya que no podrían hacer ni cobros ni pagos internacionales con el resto de bancos que utilizan este sistema.
Los ciudadanos rusos, sin embargo, podrían seguir realizando pagos a través de los países que no han impuesto sanciones, especialmente China, con un código propio. Sin embargo, se prevé que las alternativas sean menos eficientes y seguras, por lo que las transacciones pueden caer y los costes operativos aumentar.
Si se ejecuta la expulsión, quienes decidan finalmente comerciar con Rusia deberán sortear una cantidad de problemas mucho mayor que en el contexto previo, sobre todo a la hora de exportar sus productos, con un coste mucho mayor.
Habrá que esperar para conocer si finalmente se llega a esta decisión. Las sanciones se quieren aprobar de manera escalonada para ir presionando gradualmente a Rusia y también tener en cuenta el efecto 'boomerang' que generarán. Los países de la UE podrán solicitarlo, pero deberá ser el comité de la sociedad quien determine finalmente qué decisión adopta, puesto que tiene el derecho de expulsar o incorporar a sus socios.