Cuando Orwell hablaba sobre el 'Gran Hermano' vaticinaba una distopía bastante inverosímil. Sin embargo, el desarrollo de las nuevas tecnologías ha hecho posible una realidad en la que el ojo avisador controla cada detalle de nuestras vidas. Es cierto que esta favorece varios aspectos de nuestra vida, simplificando nuestro día a día, pero las posibilidades que nos ofrece este universo tecnológico pueden llegar a ser nuestra perdición.
Fruto de esta nueva realidad nacen una serie de delitos. Uno de ellos, aunque su modus operandi no suponga un acto de violencia en sí, se ha cobrado la vida de al menos cuatro hombres en el Reino Unido en lo que va de año. Hablamos de la 'sextorsión'.
Se considera 'sextorsión' chantajear a una persona mediante fotografías íntimas suyas, captadas a través de webcam o enviadas a través de redes sociales. Los agresores buscan a sus víctimas en chats o portales de contactos, y mediante un perfil falso engañan a las personas para que cedan a enviar este tipo de material.
Una vez conseguido su objetivo, los extorsionadores vuelven a ponerse en contacto con la víctima y les lanzan preguntas como: "¿Qué harías si difundiéramos estas fotos entre tus conocidos?". Amenazan a las personas con difundir el material entre sus familiares y círculos mas cercanos si no abonan grandes cantidades de dinero.
El Reino Unido denuncia que este último año se han registrado 864 denuncias de 'sextorsión', el doble que en 2015. Según la Agencia Nacional del Crimen (NCA) el número real podría ser mucho mayor, ya que la mayoría de las personas tiene miedo a denunciar.
En cuanto al perfil de las víctimas, el 95% son hombres, entre los 21 y 30 años. Otro sesgo se sitúa en adolescentes menores de 14 años, donde también destaca un perfil mayoritariamente masculino.
La justicia impone mano dura sobre los sextorsionadores
Un juez federal de Miami condenó a un joven de 22 años a 139 años de prisión por un delito de 'sextorisón'.
El culpable contactaba con menores de edad haciéndose pasar por una animadora. Una vez que había establecido confianza con sus víctimas, les pedía fotografías de ellos desnudos. Cuando lograba su objetivo, chantajeaba a los menores con publicar los archivos en redes sociales como Facebook, a menos que le enviasen más material, que luego era publicado en redes de pornografía infantil.
El fiscal del caso solicitaba 274 años de prisión, y aunque el juez tan solo condenó al acusado a 139 años, la sentencia es todo un ejemplo para la sociedad. Según declara el fiscal del caso, Robert Emery, para el Miami Herald, la dureza de la sentencia tiene como objetivo: "enviar un mensaje claro a aquellos que pretenden aprovecharse de los menores para explotarlos sexualmente y cometer delitos relacionados con la pornografía".