Una historia de película. Así podríamos considerar todo lo ocurrido un bochornoso día 23 de octubre de 2013, cuando un hombre vestido de cura irrumpió en la casa del extesorero del PP, Luis Bárcenas, en la calle Príncipe de Vergara. Allí maniató a Rosalía Iglesias (mujer del susodicho) e intentó lo propio con su hijo.
La historia se vendió como un ataque de una persona indignada con las circunstancias políticas y después como un individuo con problemas mentales. Pero nada más lejos de la realidad: Enrique Olivares, un delincuente con un largo historial reincidente a sus espaldas, había recibido 50.000 euros de fondos reservados para realizar esta tarea, tal y como desveló en exclusiva OKDiario.
Pero, sumando toda la información que ahora ha salido a la luz durante todos los últimos meses, los datos escandalizan. Para ello, debemos remitirnos al año 2009, cuatro años antes de la irrupción de Olivares. Entonces, Cospedal, entonces enemiga acérrima de Bárcenas, se reúne en la sede de la calle Génova con el comisario Villarejo.
Las grabaciones producidas en aquel encuentro, publicadas por el confidencial Moncloa.com, desvelaban sus intereses: "destruir el puto pendrive" -sic-. Ese dispositivo, al que finalmente tuvo acceso la policía, fue fundamental para la investigación de la caja B del PP, que continúa abierta y con anotaciones de pagos a personalidades como "D. Cospedal" o "M. Rajoy".
Cuatro años después, se produce el secuestro de la familia de Bárcenas. El extesorero popular almacenaba una ingente cantidad de información que afectaba a Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal y Javier Arenas; según el citado medio. No eran miembros insignificantes: era prácticamente toda la cúpula del partido. Cualquier escándalo que afectase a todos ellos podría poner en jaque el futuro del PP.
Pero aún hay más. Sergio Ríos Esgueva, que entonces ejercía como chófer de Bárcenas, se encontraba librando el día en el que sucedió el ataque. Según han confesado fuentes del Ministerio del Interior a OKDiario, el medio que ha destapado todo el escándalo, el hombre de confianza del extesorero había entregado todo tipo de datos a algunos miembros destacados y dependientes del Ejecutivo. Otro dato: la policía le había aconsejado ese día que se alejase de la zona.
Pero... ¿Qué hacía merodeando allí?
A pesar de que ese día se encontraba de libranza y de los consejos de la Policía, Esgueva accedió a la vivienda en mitad del secuestro, redujo al falso cura y tuvo tiempo de auxiliar al hijo de Bárcenas cuando forcejeaba con el secuestrador.
Llama especialmente la atención que el chófer accediese a auxiliar a la familia mucho antes de que las autoridades recibiesen la llamada de socorro. Un dato que no pasó desapercibido a la familia y que fue detonante para perder la confianza que habían mantenido sobre él durante tantos años.
¿Cómo fue posible que merodease en la zona, casualmente, el día en el que no trabajaba, en el momento del ataque, el mismo día y a la misma hora? ¿Se le estaba yendo la mano a Enrique Olivares? ¿Cómo lo sabía el chófer de Bárcenas? ¿Cómo tenía constancia de todo lo que estaba sucediendo dentro de esa vivienda?
Lo cierto es que, a pesar de todas estas conjeturas y de las sospechas de los Bárcenas, la operación fue un completo fracaso. El falso cura fue detenido, se encuentra juzgado y pasará un largo tiempo entre rejas.
El chófer de Bárcenas había recibido 48.000 euros de fondos del Ministerio del Interior
La persona que atacó la casa de la familia de Bárcenas no fue la única que recibió fondos públicos. También lo hizo el chófer de la familia, que habría trabajado como topo entre los años 2013 y 2014. Por estos presuntos trabajos habría recibido 48.000 euros de fondos reservados del Ministerio del Interior, así como fue premiado con una plaza de subinspector en el Cuerpo Nacional de Policía con algunos procedimientos... algo cuestionables.
Cuando el chófer fue interrogado en comisaría tras aquel suceso, aseguró que se encontraba en las inmediaciones por casualidad y que acudió a la vivienda tras recibir la llamada del portero de un edificio de los aledaños (cuyo nombre no quiso facilitar). Llegó antes que la Policía Municipal y los agentes de la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana, lo que demuestra una capacidad de reacción, sin duda, inaudita.
¿Quién ordenó todos estos pagos con fondos públicos? ¿Quién tenía interés en destruir una documentación que afectaba al presidente del Gobierno, la vicepresidenta, la secretaria general del PP y uno de los hombres más fuertes de la formación conservadora? ¿Qué conexión existe con aquellas conversaciones de Villarejo producidas cuatro años antes?
Todo queda, sin duda, bajo conjeturas. Sin embargo, los miembros que han participado en la investigación de este caso, consideran probado que el falso cura accedió a la vivienda con la única finalidad de destruir una información muy comprometida para gente muy importante en aquella época.