Hace unos días, salía a la luz una noticia que dejó altamente preocupados a los británicos: la reina Isabel II había cancelado su asistencia a la misa conmemorativa en la Catedral de San Pablo por el 200º aniversario de la Orden de San Miguel y San Jorge. El Palacio de Buckingham alegaba en un comunicado que la Reina no se encontraba bien y necesitaba un descanso.
Rápidamente, saltaron todas las alarmas. Sobre todo, tras desvelarse una reunión secreta entre las altas instancias del país para tratar el protocolo de acción una vez la reina fallezca, en una operación denominada 'London Brigde'.
A pesar de la histeria colectiva, la reina se encuentra bien. A sus 92 años, mantiene una agenda llena de actos y eventos (el último que se ha confirmado, una reunión con Donald Trump) que ha provocado que Isabel II decida tomarse un descanso para regresar con fuerzas a la escena pública. Porque, a pesar de los rumores, queda Reina de Inglaterra para rato.
Genética privilegiada, vida sana y rutina
Conservar este ritmo de vida a su edad tiene un mérito tremendo. ¿Cómo lo consigue?, se preguntan muchos. Existen varios factores que pueden explicar la 'inmortalidad' de Isabel II. El primero de ellos, los genes familiares. La reina madre, Isabel, falleció a los 101 años. Su hija va camino de superarla.
No obstante, la herencia familiar ayuda, pero no es definitiva. Saber cuidarse sí lo es. La reina aborrece el tabaco desde que su padre y abuelo murieran a causa de él. En cuanto al alcohol, a pesar de los mitos que siempre han recorrido las calles londinenses sobre su gusto por la bebida, lo único de lo que se tiene constancia es de la copa Martini seco que bebe todas las noches. Así da gusto.
Con un té a las 7:30 y un potente desayuno con cereales, yogur, tostada y sirope de arce una hora después, mientras lee los periódicos, Isabel II da comienzo a su jornada. Es aquí donde encontramos otro de sus grandes secretos: una rutina seguida a rajatabla.
Todos los días, la Reina contesta a algunas de las centenares de cartas que recibe de la gente. Tras esto, coge su maletín rojo y atiende los documentos oficiales que tiene que firmar. Después, llega uno de sus momentos más reconfortantes: el paseo diario con los perros, una tradición que debe cumplir sí o sí, da igual el volumen de eventos que tenga.
No solo por la mañana respeta Isabel II la rutina. Come sola, a las 17:00 horas no falla a la cita con el té y, antes de acostarse, tras el Martini, escribe una página en su diario, acción que realiza cada día desde que se alzara en el trono en 1952. Después reza y finalmente se acuesta, siempre antes de las 23:00h.
El tiempo que le queda libre está destinado a los actos y reuniones a los que acude como monarca británica y de los 16 estados de la Mancomunidad de Naciones, jefa de Estado de 53 países y gobernadora de la Iglesia de Inglaterra. Los miércoles mantiene una reunión privada con el primer ministro (o primera ministra, como es el caso actual de Theresa May). Unos 20 minutos de diálogo de los que es imposible saber nada. Si tiene un día sin ajetreos, ve la televisión o juega al Scrabble. Así desde hace más de 70 años. Y los que le quedan.