Scarlett Johansson se vio envuelta en la polémica desde el primer momento en el que se supo que ella sería la encargada de dar vida a un hombre transgénero en la nueva película de Rupert Sanders, 'Rub & Tug'. Las críticas en ningún momento fueron dirigidas hacia su persona, ni siquiera hacia su labor interpretativa; es de sobra conocido el talento de Johansson, y nadie puso en entredicho que no fuera capaz de interpretar ese papel mejor que nadie. Lo que el colectivo LGTB criticó desde el primer momento es que al darle a una mujer el papel de un hombre transgénero, lo que se estaba haciendo es invisibilizar por completo a los hombres trans.
Muchos aludieron a que se transformaba en una especie de "disfraz" al colectivo trans al realizar este tipo de acciones. Al ser Johansson la que se vistiera de hombre para interpretar a un hombre trans, se reforzaba la idea errónea de que una persona trans únicamente se "disfraza". Este es un prejuicio que causa mucho daño a los integrantes de este colectivo.
En un primer momento, Johansson no contestó a la polémica; únicamente replicó que quizás deberían reprochárselo a todos aquellos actores que habían interpretado a mujeres trans en el pasado. Pese a ser un comentario breve, fue muy conciso: estaba acusando al colectivo de atacarla a ella por ser mujer, pero no al resto de actores que, como Jared Leto o Eddie Redmayne, habían interpretado también a personajes transexuales pese a no serlo ellos. El colectivo respondió, señalándole que en su momento también se habían lanzado críticas, pero que estas no habían sido tan certeras como ahora porque es precisamente ahora cuando las personas transexuales están comenzando a ser visibilizadas. Tiene sentido, pues, que la lucha sea ahora más activa que nunca, puesto que el desconocimiento que había antes impedía que la gente alejada del colectivo fuera consciente de lo que estas acciones suponen.
Si Johansson hubiera sido consciente de las críticas que Paco León, actor español, ha recibido precisamente por interpretar a una mujer trans, quizás no hubiera hecho esta especie de reproche. Porque lo cierto es que la polémica que se generó tuvo la misma fuerza en ambos casos, con la diferencia de que el caso de Paco León quedó reducido a nuestro panorama nacional, mientras que el de la actriz fue algo más globalizado.
Finalmente Scarlett Johansson lanzó un comunicado señalando que abandonaba el proyecto. "Nuestra comprensión cultural de las personas transgénero continúa avanzando, y he aprendido mucho de la comunidad desde que hice mi primera declaración sobre mi casting, y me di cuenta de que estaba siendo insensible", ha explicado. "Aunque me hubiera encantado la oportunidad de involucrarme en la historia y transición de Dante, entiendo por qué muchos sienten que debería ser interpretado por un hombre trans, y estoy agradecida de que este debate, aunque controvertido, haya desencadenado una conversación más amplia sobre diversidad y representación en el cine. Creo que todos los artistas deben ser considerados igual y de forma justa", ha querido señalar. Y el mero hecho de que ella se haya lanzado a dar este comunicado es un paso hacia delante en la lucha por la inclusión social de todos los colectivos.
No se criticaba a Johansson, sino a la industria del cine
Es cierto que ha habido quien ha criticado personalmente a la actriz, pero en líneas generales esa no era la crítica. Lo que se estaba pretendiendo era visibilizar un problema real que sufren en su propia piel las personas transexuales: la discriminación laboral. Independientemente del ámbito del que se hable, es cierto que las personas transexuales tienen muchos más problemas a la hora de encontrar trabajo; y si hablamos del panorama cinematográfico, la situación es incluso peor.
Las personas transexuales solo suelen tener acceso a papeles muy específicos, siempre de personas trans; no se les permite avanzar en el cine o en la televisión más allá de eso. Y es precisamente esto lo que se estaba criticando, y lo que Johansson ha demostrado haber comprendido y entendido. La lucha no era para que la actriz perdiera su trabajo como tal, sino para que fuera crítica con sus decisiones; si ya de por sí son pocos los papeles a los que las personas transexuales tienen acceso, si estos se les arrebatan, sus posibilidades cinematográficas se ven reducidas a nada.
Podemos extraer algunas cosas muy positivas de toda esta polémica, y es que se ha visibilizado un problema que afecta a buena parte de esta población. La discusión ha servido para denotar la falta de inclusión social, y lo importante que es esta inclusión para los colectivos más perjudicados. Ha sido sobre todo positivo el hecho de que Johansson haya cambiado de opinión, no haya dudado en rectificar y haya mostrado al mundo que está de acuerdo, que las personas transexuales también necesitan espacio en esta sociedad para que realmente hablemos de una sociedad igualitaria e inclusiva.