El accidente de la central de Chernóbil es considerado uno de los peores desastres nucleares de la historia. La explosión del reactor cuatro de la central soviética produjo una contaminación radiactiva ante la que poco se pudo hacer. Los gases enviados al aire provocaron una contaminación extendida en toda Europa, pero el lugar más afectado con diferencia fue este reactor número cuatro donde se produjo el accidente.
Menos de dos meses después del desastre, 600.000 trabajadores soviéticos de limpieza entraron en acción para empezar a tomar medidas temporales de contención hasta su desmantelamiento: se construyó una cubierta de gran tamaño alrededor del reactor para retener materiales radiactivos como el uranio y el plutonio provenientes del núcleo. El proceso expuso a muchos trabajadores a niveles peligrosos de radiación y por lo menos 31 personas murieron de enfermedades agudas derivadas de la exposición a la radiación.
Este sarcófago fue diseñado con una cubierta robusta, que contaba con 400.000 metros cúbicos de hormigón y alrededor de 7.300 toneladas de acero. Pero el problema no está en los materiales, sino en que su construcción se realizó de manera apresurada. Los trabajadores no lograron sellar las juntas del edificio y dejaron aberturas en los techos, lo que conllevó la entrada de agua y la aparición de corrosión. Ahora el sarcófago tiene que ser desmantelado antes de que se derrumbe.
Los expertos contratados por la empresa ucraniana que gestiona la central de Chernóbil, SSE Chernóbil NPP, revelaron que la estructura tenía una probabilidad "muy alta" de colapso. Además, han añadido que la estructura se ha mantenido atada a sus bloques de soporte únicamente gracias a la fuerza de la gravedad.
Así, el pasado 29 de julio, la empresa firmó un contrato de casi 70 millones de euros con una empresa constructora para desarmar el sarcófago para el año 2023. La compañía ha remitido en un comunicado que "la retirada de cada elemento aumentará el riesgo de colapso de los refugios, lo que a su vez provocará la liberación de grandes cantidades de materiales radiactivos".
Un caparazón como solución
Pero, cualquier radiación que se libere probablemente no llegará a la atmósfera. Durante los últimos nueve años, los trabajadores han estado construyendo un caparazón de 32.000 toneladas alrededor del sarcófago. Sus piezas se ensamblaron en Italia y se entregaron a la obra a través de 18 barcos y 2.500 camiones.
Una vez que el sarcófago haya sido desmantelado, los trabajadores comenzarán la gran tarea de limpiar los residuos radiactivos que aún permanecen en el reactor número 4. El proceso implicará aspirar las partículas radiactivas y limpiar la mezcla de 'lava' que se formó cuando los trabajadores soviéticos vertieron arena, plomo y boro en el reactor en llamas.