Ha comenzado el juicio contra los hermanos Sandulache, Cristian, el pequeño y jefe del clan y Sebastian, en la Audiencia Provincial de Oviedo. Originarios de Vaslui (Rumanía), pero afincados en Oviedo, se enfrentan a una petición de cerca de 600 años de prisión por trata de seres humanos, prostitución coactiva y blanqueo de capitales. También se juzga a otras dos integrantes del clan, acusadas de controlar al resto de chicas, pero que se han presentado como víctimas de los hermanos.
Una de las acusadas ha cambiado su versión de los hechos. En un principio reconoce que se le encargó esa tarea fue porque era "supuestamente la novia de uno de los cabecillas" y ha reconocido que en la primera declaración indicó que ejercía la prostitución libremente porque "estaban en los calabozos con los otros acusados y pensaba que se tendría que volver a casa con ellos". Además, la mujer ha expresado que ser la novia de uno de ellos no le eximía de las palizas: los dos hermanos querían demostrar que, al igual que atacaban a sus mujeres, no tendrían ningún reparo en herir al resto.
"Yo no pensaba siquiera que me estaba violando porque yo pensaba que esa era la vida normal y no la que llevo ahora que estoy estudiando", relata la acusada y víctima. Entre los abusos cuenta que en una ocasión fue obligada a abortar en contra de su voluntad, aun cuando estaba de quince semanas. Para ello las enviaban a Rumanía, ha declarado una de las afectadas. Una situación que no era novedad en el resto de mujeres prostituidas, pues los Sandulache las obligaban a mantener relaciones con los clientes sin preservativo y sin someterse a ningún control médico".
Yo no pensaba siquiera que me estaba violando
Ayer declararon tres de las once mujeres prostituidas por el clan. Los relatos son escalofriantes. Entre las perturbadas decisiones del clan está hacer tragar a sus "esclavas" el dinero que ganaron en una noche. Los hermanos, muy enfadados, consideraron que no habían ganado el suficiente dinero y, como castigo, obligaron a las chicas a ingerir los 700 euros en billetes pequeños. "Si esto vuelve a pasar, la próxima ves os lo coméis en monedas", amenazaron.
Piercings dentro del pene
Las técnicas utilizadas por el clan para maltratar a las mujeres es larga y cada cual más espeluznante. En la estancia en la cárcel se practicaron cortes a lo largo del pene para introducir después pequeñas bolas metálicas. Cuando estos cortes cicatrizaron, las bolas quedaron cubiertas por la piel y pasaron a ser una parte más de sus miembros. Esto a ellos les producía más placer. Sin embargo, su fin no era ese, sino causar más dolor a las mujeres a las que maltrataban.
Esa fue una de las acciones ejercidas por los hermanos que conocemos gracias al testimonio de una de las mujeres prostituidas y a su vez acusadas, Alexandra I. S., quien aseguró que los Sandulache "tenían piercings en el pene, y así hacían más daño cuando violaban; se los hicieron en la cárcel".
Amenazas a los familiares
"Quiero que se haga justicia, no quiero que otras familias sufran lo que nosotras sufrimos. No quiero qu otras chicas pasen lo que pasamos nosotras. Tenía miedo por mi familia y hoy tengo miedo. Dijeron que iban a ir a quemar mi casa, pegar a mi hermano y matar a mi familia. Me fui de Asturias porque tengo miedo verlos en la calle", ha relatado la víctima que no ha podido evitar el llanto. "Les tenía miedo y les tengo. Después de pedir la orden de alejamiento me encontré con ellos y no se fueron, se rieron y nos escupieron", dijo entre sollozos la víctima.
Dijeron que iban a ir a quemar mi casa, pegar a mi hermano y matar a mi familia
A una de las prostitutas llegaron incluso a ofrecerle 25.000 euros para que retirase la denuncia, pero ella decidió no hacerlo. También han coincidido en asegurar que las dos mujeres que también están acusadas de pertenecer a la organización, eran "dos víctimas más a las que los hermanos obligaban a ejercer unas labores de control".
La compraron por 1000 euros y un BMW de segunda mano
Una de las mujeres ha declarado que vino a España porque su novio la vendió al clan por 1000 euros y un BMW de segunda mano. Otra de las víctimas aterrizó en España con su novio, quien le prometía una vida mejor en este país. Pronto, la pareja decidió que ella iba a trabajar en clubes de alterne, pero solo sirviendo bebidas y que ella tendría la palabra para decidir si mantenía relaciones sexuales con los clientes o no. Después, su novio le dijo que volvía a Rumanía por unos días. Y nunca volvió. Los Sandulache le explicaron a la mujer que acababa de adquirir una deuda con el clan y que la iban a pagar prostituyéndose.
A una de ellas le cortaron el brazo
Las prostitutas estaban obligadas a vigirlarse y chivarse en caso de sospechosas acciones. Una vez, llegó a oído de los hermanos un intento de fuga. Sin embargo, la mujer simplemente había ido a tomarse con una copa con un cliente. Esto fue motivo suficiente para que los Sandulache decidieran cortarle el brazo con una katana, que era una de las principales armas de amenaza. Una herramienta que ponían debajo de la almohada de la cama donde practicaban la violación para que no se resistieran.
Unas condiciones infrahumanas a cambio de una miseria en papel de dinero. Las jóvenes producían hasta 10.000 euros en una sola noche en los dos principales prostíbulos de Oviedo (El Delphos y el Elvis), a ellas solo les pagaban 200 euros cada quince días.
Los hermanos niegan todo
Ante las acusaciones, los Sandulache niegan los hechos solo frente a sus abogados. Solo reconocen haber mantenido una relación amorosa con las mujeres acusadas. Otros de los acusados, supuestamente encargado de vigilar y trasladas a las chicas manifiesta que "únicamente fue dos o tres veces al club para acompañar a su pareja a ejercer la prostitución". Además, ha declarado que "cree que las chicas podían salir de la casa"
Entre las sorpredentes declaraciones de los acusados está considerar que si violan a una prostituta no es una violación, por el hecho de que su oficio es practicar sexo. Y es más, como "es de su propiedad" no es de ninguna manera abuso.