Los rumores que rodean la vida del rey emérito Juan Carlos I y su gran éxito entre las mujeres, dejando a un lado a su esposa doña Sofía de Grecia, siempre han estado presentes en los medios de comunicación. Historias de aquí y allá, testimonios de trabajadores en Palacio, periodistas, personas cercanas a la Casa Real y algunos rostros no identificados han puesto en tela de juicio la fidelidad del monarca hacia su esposa.
Hoy te contamos una de esas historias que nunca se llegaron a confirmar... y probablemente nunca ocurrirá, pues los secretos reales rara vez se confirman. El silencio tiene un precio y está claro que don Juan Carlos y sus allegados lo pagan. Incluso las presuntas relaciones que el monarca mantuvo con la cantante italiana Raffaella Carrá o Bárbara Rey, pasando por Corinna, son solo algunas de esas mujeres que podrían haber tenido un idilio con el padre del rey Felipe VI y quienes viven aún para contarlo.
Sin embargo, además de Sara Montiel, hay alguien que nunca podrá hacerlo. Por ejemplo, la actriz Sandra Mozarowsky, un nombre prominente del cine español cuya carrera alcanzó reconocimiento y prestigio tras la muerte del dictador Francisco Franco. A finales de 1975, tras la muerte del caudillo, el cine español y la cultura nacional hicieron frente a un periodo de transición desde la censura al aperturismo, de la misma manera que ocurrió con todo lo que Franco nunca permitió durante su mandato.
La industria cinematográfica lo esperaba con ansia, por lo que recibió al cine de destape con los brazos abiertos. Desnudos, erotismo y mucha insinuación. Esos serían los tres términos con los que trabajaron los directores españoles de la época, quienes no dudaron en contar con la evidente belleza de esta tangerina, de padre ruso y madre española. Desgraciadamente, murió en 1977 cuando estaba a punto de cumplir 19 años.
Una muerte un tanto oscura...
Sandra Mozarowsky era muy joven cuando encumbró su carrera en las producciones eróticas, pero sabía cuál era su camino desde que inició con 10 años su andadura en el mundo cinematográfico gracias a la película 'El otro árbol de Guernica' de Pedro Lazaga. Fue posiblemente cuando participó en 'El mariscal del infierno', 'La noche de las gaviotas' o 'El hombre de los hongos', cuando llamó la atención del que por aquel entonces se convertía en rey de España tras la caída de la dictadura.
Por otro lado, se dice que Sandra combinaba su trabajo como actriz con el de "chica de alterne". Algunas voces llegaron a asegurar que Mozarowsky acudía a un club que se encontraba en la calle Oriente de Madrid. Uno de sus socios principales era el actor Paco Martínez Soria. Aquella ocupación fue el comienzo de su triste fin, además, se dice que don Juan Carlos pudo estar involucrado de alguna manera, pues fue entonces cuando supuestamente se conocieron. Él tenía 39 años y tenía que hacerse cargo de un país que se enfrentaba a su mayor cambio en el siglo XX, con la llegada de la democracia. Largas jornadas de trabajo que el esposo de doña Sofía pudo suplir con los encuentro fortuitos que presuntamente tenía con Sandra.
Aquel local no engendraba nada bueno y, pese a que las altas esferas se movían por allí; todo tipo de periodistas, actores, actrices, escritores y personajes de la prensa del corazón lo sabían. Así se han encargado de contarlo en relatos que han llegado a oídos y manos de todos los españoles. Entre esos rumores está el que apunta a que la joven actriz no se suicidó, como muchas voces decían, sino que la mataron para que no pudiera ensombrecer la imagen del rey y la Casa Real.
Andrew Morton en 'Ladies of Spain'; Pablo Blas con 'Escrito en un libro' y 'Dos Novelas'; Sánchez Dragó; Javier Bleda con 'Mario Conde - La Reclusión del Éxito'; Rebeca Quintans en 'Juan Carlos I - La biografía sin silencios' o 'El asesinato íntimo' de Clara Usón. Todos ellos fueron algunas de esas voces que se atrevieron a contar qué pasó con la chica a finales de los años setenta. Su familia dudó de que fuera un suicidio, pero desde el momento en el que cayó desde el cuarto piso de su apartamento en Madrid, todo lo que rodeó su fallecimiento fue un halo de misterio. La versión oficial apuntó a la muerte provocada y deseada, pero los que la conocían nunca lo creyeron.
Ni su hermano, ni su amiga Inma de Santis, que pese a que señalaron ante la prensa su obsesión con la delgadez y los extremos que rozaba en algunas ocasiones en torno a su pobre alimentación, también afirmaron que su allegada no murió por propia voluntad, ni por efectos del alcohol, ni por las pastillas que tomaba para matar el apetito. Al parecer y a pesar de la extraña hora a la que ocurrió, ella solo regaba las flores a las cuatro de la mañana en su pequeño mirador.
De Santis echó la culpa a su arriesgada profesión y la meditiacidad que en ese momento rodeaba a la figura de su querida amiga. Si fue o no culpa de su idilio con don Juan Carlos, es algo que nadie sabe a ciencia cierta, aunque lo que sí es verídico, es su embarazo. Esta fue, según muchos, la verdadera causa de su muerte. Las especulaciones apuntan a que ella siempre quiso salir adelante con el bebé que estaba engendrando y que se quería mudar a Londres, pero Zarzuela no estaba por la labor de que eso ocurriera y, menos, involucrando al nuevo jefe de Estado. La autopsia desapareció y nadie pudo indagar más allá, lo que provocó que todo quedara reducido a meras conspiraciones y conjeturas.
Actualmente y desde aquel entonces, su cuerpo ha descansado en el Santo Cementerio del Ángel de la Guarda, ubicado a las fueras de la capital, en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón.