La RAE define el sexo débil como el "conjunto de las mujeres", evidenciando claramente la situación de desigualdad que se da entre hombres y mujeres y que algunos se empeñan en negar. A causa de esta definición, los colectivos feministas han comenzado a movilizarse para pedir a la Real Academia Española que elimine cualquier vestigio machista del diccionario, comenzando por ese. Por supuesto, tras esta definición hay otras tantas por revisar, pero estaría bien comenzar por algo tan obvio como esto.
El volver a sacar el debate del supuesto sexo débil a la palestra ha dado pie a que muchos den su opinión al respecto. Uno de ellos ha sido el periodista Salvador Sostres, que aprovechando la plataforma que el diario ABC le brinda en su blog ha publicado un artículo titulado 'Sexo débil, sexo fuerte'. A lo largo del polémico artículo, sostiene que, en efecto, la mujer es el sexo débil, y que hay multitud de pruebas de ello.
"Las mujeres son el sexo débil y por eso existe el tenis femenino; y el hombre es el sexo fuerte y por eso se considera una violencia específicamente castigable que un marido pegue a su esposa". Quería comenzar haciendo una corrección ya, nada más empezar: la violencia que un marido ejerce hacia su esposa (o que un hombre ejerce hacia una mujer, en general) no es "específicamente castigable" porque él sea el sexo fuerte y ella el sexo débil. En este caso, lo que la justicia busca es paliar de alguna manera las desigualdades sociales que hay; debido a que nos encontramos en un sistema patriarcal, el hombre tiene beneficios por el mero hecho de nacer con pene. Tendrá más posibilidades de encontrar trabajo, será mucho más fácil que su opinión sea tenida en cuenta, y acabará recibiendo un salario superior solo por ser hombre, aunque sus capacidades sean menores. Todos estos beneficios que el hombre tiene (repito: solo por tener pene. No por ser mejor, ni más fuerte, ni más válido) acaban incidiendo en que la mujer se encuentre en una situación de desigualdad grave.
Es precisamente por esta situación de desigualdad que el hombre acaba aprovechándose de sus privilegios, y es también por esto que la Justicia se ve obligada a tratar de suplir estas taras sociales. Pero continuemos, continuemos, que el artículo da para mucho más.
Las niñas tienen vulva y los niños tienen pene, y luego ayudaremos a los transexuales como a cualquiera que tenga un problema, pero ni el género es una construcción social ni se pueden negar las diferentes características de machos y hembras. Mi mujer no tiene mi fuerza ni yo su mala leche
Transfobia, misoginia y una falta de conocimiento atroz en un solo párrafo. Porque biológicamente puede haber un número determinado de sexos, marcados por unas características físicas concretas (que solo atañen a los genitales), pero el género sí que es una construcción social. El género es una imposición que nos dice cómo debemos comportarnos según si somos hombres o mujeres, lo que debe gustarnos y lo que debemos hacer el día de mañana. Como si nuestros gustos pudieran regirse por nuestros genitales, como si realmente a ellos les gustaran los coches y a ellas las muñecas. El género habla de cosas meramente masculinas y cosas meramente femeninas, y ninguna de las dos existen. Es una creación cultural y, para comprobarlo, es tan sencillo como echar un ojo a otras sociedades donde estos géneros binarios ni siquiera existen.
Las niñas son de azúcar y los niños de hierro
"Por eso los hombres cedemos el paso a las damas, pagamos las cuentas de los restaurantes (...) Por eso las mujeres han aprendido a suplir con astucia su fragilidad y a utilizar nuestra fuerza a su favor". Sostres parece plenamente convencido de que las mujeres, por el mero hecho de ser mujeres, ya deben ser inferiores físicamente. No me gustaría ser yo la que le diera la mala noticia de que, de nuevo, está equivocado. Hay mujeres con una fuerza física muy superior a la de los hombres, y sin haber realizado ningún tipo de entrenamiento; y hay hombres cuyo estado físico deja mucho, muchísimo que desear. Porque eso no depende del sexo biológico, ni mucho menos.
El hecho de que, por tradición, sean los hombres los que invitan a las mujeres en los restaurantes, también tiene una causa social (y, ¡sorpresa! También es machista). Las mujeres no podían trabajar, debían quedarse en casa cuidando de los hijos (hijos de ambos, no solo de ellas) y del hogar. Y si trabajaban, su sueldo era muy inferior al de ellos. Por eso no tenían dinero; el no tener dinero hacía que no tuvieran independencia económica, y esto cortaba mucho sus alas. No tenían poder de decisión, no tenían forma de defenderse de las injusticias, no tenían medios económicos. Era la forma que el sistema tenía de tenerlas sometidas. Porque... ¡Qué miedo! ¡Mujeres independientes!
Llega ahora la parte más divertida de del artículo, donde él mismo se pone en evidencia. "El feminismo no defiende a las mujeres sino el cuantioso negocio del feminismo, basado en el resentimiento y en querer igualar a las mujeres con los hombres cuando no está en nuestra naturaleza ser iguales ni querer serlo". El famoso y terrible lobby feminista que, al parecer, ahora quiere controlar el mundo. Aunque lo único que controla es la mente de todos esos hombres que de verdad creen que existe. Citando una frase que muchos colectivos feministas utilizan actualmente, solo diré que los hombres tienen miedo de que las mujeres les hagan lo que ellos ya le hicieron a ellas antes.
El feminismo defiende a las mujeres, a sus derechos, a sus libertades. El feminismo lucha por el empoderamiento de la figura de la mujer hasta que esta sea exactamente igual que la del hombre. Y no a nivel biológico, no; a nivel social. Las diferencias biológicas (de nuevo: solo genitales) son algo que nadie quiere cambiar. Lo que se quiere cambiar es la desigualdad social que este sistema patriarcal sustenta.
Es cínico denunciar que los hombres abusan de su fuerza física y negar luego esta fortaleza. Es absurdo legislar para proteger la debilidad de las mujeres y luego tratarla de borrar del diccionario. El feminismo busca bronca para cobrar como el que viene a solucionarla y no hay nada tan humillante para una mujer preparada como las cuotas y la negación de la realidad para el simulacro de hacerle sentir lo que no es ni quiere ser
De nuevo: los hombres no abusan de su supuesta fuerza física, abusan de su posición privilegiada en un sistema social que está totalmente dispuesto para ellos. No se legisla para proteger la debilidad de las mujeres, se legisla para protegerlas de un sistema que las trata de inferiores, y que lleva siglos haciéndolo. Las diferencias entre hombres y mujeres son sociales, y han sido provocadas por un sistema que los hombres han controlado durante mucho tiempo. El feminismo no busca bronca para cobrar, no, el feminismo lo que busca es que las mujeres tengan la misma voz que los hombres. Ni más ni menos. Pero muchos hombres, como tú, Sostres, tenéis miedo de perder la posición privilegiada que este sistema os proporciona. Por eso reaccionáis así, defendiendo vuestra más frágil posesión: la "hombría", esa que os hace creer que sois los más fuertes, pero que se desmorona al mínimo golpe. No hay nada más frágil en este mundo que vuestra hombría.
Sigue comprándole a tu hija disfraces de princesa, Sostres, que el feminismo no está en contra de que haya niñas que quieran ser princesas. Está en contra de que haya niñas a las que se les prohíba ser guerreras, y se les imponga la falda por encima de las deportivas. El feminismo lucha por que cada mujer pueda decidir libremente lo que quiere ser. Las gafas violeta le sientan muy bien a las princesas también, tú no te preocupes.