L.P.P., un hombre que ha pasado los últimos 30 años entre rejas por varios delitos de agresión sexual, ha salido de la prisión cántabra de El Dueso tras cumplir la máxima pena que contempla la legislación española.
La salida de prisión no está exenta de polémica, sobre todo, porque el condenado nunca ha expresado su arrepentimiento por los crímenes que le llevaron a la cárcel. Los técnicos de la cárcel señalan un alto grado de posibilidad de reincidencia.
La última condena que recibió fue en el año 2001 por violar a su propia hija, en el año 1995, cuando ella era menor de edad y aprovechando una salida temporal de prisión. Los abusos se produjeron de manera continuada hasta el año 1999.
En aquella ocasión, según se recoge en la sentencia, L.P.P. intentaba silenciar a su hija amenazándola con pegarla, dejarla sin salir con sus amigos o con internarla en un colegio. La sala señaló como agravantes "la reincidencia, el parentesco paterno-filial y la edad de la víctima". El acusado jamás ha demostrado ningún tipo de arrepentimiento por estos hechos y la posibilidad de reincidir es especialmente alta.
Un viejo conocido de la Justicia
El largo historial delictivo junto a su no arrepentimiento de L.P.P., hace prever que podrá reincidir con altas probabilidades en cuanto salga en libertad. Así lo demostró cuando violó a su hija tras un permiso y cuando tuvo su primera condena por agresión sexual en 1987, por la que sufrió una condena de 14 años y otros ocho más por secuestrar a su víctima.
Previamente, el condenado había vivido varias condenas judiciales por asuntos menores relacionados con robos, que le habían llevado a encardenar condenas judiciales desde el año 1978 en la prisión de El Dueso en Cantabria.
Hay pocos datos que hayan trascendido sobre el L.P.P., que ahora tiene la intención de instalarse en Cantabria para iniciar una nueva vida. Entre esos casos, que en un permiso conoció a la mujer que posteriormente sería la madre de sus hijos. Ambos se separaron cuando él entró en la cárcel, pero retomaron posteriormente la relación cuando volvió a vivir en libertad.
Fruto de haber retomado esa relación, L.P.P. consiguió volver a vivir con su hija y su mujer, así como con el hijo que ella había tenido con otra pareja mienteas que el acusado había permanecido en prisión. Fue en este contexto en el que el acusado agredió a su hija. Ahora, nadie sabrá que ocurrirá mientras que él presume de su falta de arrepentimiento respecto de sus crímenes.