Nos remontamos a 2020, concretamente a las calles de una pequeña localidad de Luisiana (Estados Unidos). La oscuridad penetra en las calles. Sin embargo, un transeúnte que pasea observa que la iglesia de San Pedro y San Pablo está encendida.
Víctima de la incertidumbre, se asoma a la ventana y observa justo lo contrario a un milagro, un pecado que lo deja totalmente atónito: contra el altar, Travis Clark, el cura, estaba practicando sexo sadomasoquista con dos mujeres que vestían corsés y botas de tacón.
Según vio lo que estaba sucediendo, decidió llamar a la policía, que apareció inmediatamente y detuvo al díscolo pastor y a las dos dominatrix, Mindy Dino y Melissa Cheng, que además estaban grabando el acto sexual. Nada más ser arrestado, Clark fue expulsado del sacerdocio.
Los inculpados declararon en sede policial que el sexo había sido consensuado. De hecho, estaba bien planificado. Tanto es así que una de las prostitutas ya había declarado en sus redes sociales que iban a "profanar la casa de Dios". Pero eso no les eximió de culpa, pues aun así fueron acusados de obscenidad por realizar actos sexuales en un lugar público y de vandalismo.
Han pasado dos años hasta que, por fin, esta semana, la jueza del Distrito Judicial 22, Ellen Creel, ha dictado sentencia. El exsacerdote ha sido condenado a 3 años de prisión, aunque ha sido sustituida por tres años de libertad vigilada. Las mujeres, por su parte, han sido únicamente culpadas por vandalismo y por ello solo han sido condenadas a dos años de libertad vigilada.
La purificación del altar
El arzobispo de Nueva Orleans, diócesis a la que pertenece el templo, decidió ahorrarle a los feligreses de la iglesia tener que perpetuar su fe en el altar que había sido víctima de una conducta "demoníaca".
Así pues, ordenó quemar el efecto, que pasó a ser sustituido por otro nuevo en noviembre de 2020. El excusa se hizo cargo del coste de la reparación.