El italiano Marcello Pellegrino Ernetti nació en Rocca Santo Stefano a mediados del siglo XX. Se convirtió en sacerdote benedictino y en el exorcista más afamado de la zona de Venecia. Sin embargo, su nombre no salió del anonimato hasta que en 1972 declaró que había viajado al pasado para tomar una instantánea de Jesucristo.
El propio Marcello junto con otros científicos de la época como Enrico Fermi y Wernher von Braun, a mediados del S.XX, habían destinado sus intelectos a la creación de una máquina que les permitía captar imágenes del pasado. Se trataba del Cronovisor, con la que Pellegrino afirmaba que contempló eventos del pasado muy lejanos como la agonía de Jesucristo, la traición de Judas o la fundación de Roma.
En 1940 el propio sacerdote declaró en el periódico italiano Doménica del Corriere la creación del Cronovisor. Además, afirmó que había utilizado esta máquina para fotografiar la agonía del mismísimo Jesús, la destrucción de Sodoma y Gomorra o la traición de Judas. Marcello afirmaba que semejante invento se sostenía en unas sólidas teorías científicas en las que demostraban que su funcionamiento -el de la máquina- se debía a la energía indestructible de las ondas que conforman las imágenes y el sonido.
Este tipo de "invento" ha alimentado diversas teorías conspiranoicas
Los viajes en el tiempo y, sobre todo, el funcionamiento del Cronovisor, han alimentado las teorías de muchas personas a lo largo de los años, aunque ahora los viajes temporales son imposibles. Las propias autoridades del Vaticano no tardaron mucho en desmentir públicamente la inexistencia del invento tras la publicación del reportaje de Pellegrino. El sacerdote en su lecho de muerte acusó al Papa y a la Santa Sede de ocultar la máquina dado que querían evitar que ciertas verdades salieran a la luz.
Los conspiranoicos o adictos a este tipo de teorías siguen manteniendo en la actualidad que el Cronovisor existe y que se encuentra escondido bajo llave en algún lugar del Vaticano. Los expertos ahora aseguran que muchas de las fotos que aportó Marcello Pellegrino Ernetti como prueba del funcionamiento de la máquina resultaron ser un auténtico fraude. Al menos, resulta curioso apreciarlas.