El turismo es una de las principales fuentes de ingresos de Roma. La capital de Italia goza de una reputación incesante por la historia que esconden todos aquellos lugares y monumentos que se levantan a lo largo de todos sus rincones. Días de no parar y de recorrer cientos de calles, museo arriba, iglesia abajo y un descanso necesario para reponer fuerzas era a lo que cada día se enfrentaba una familia durante sus vacaciones en la capital italiana.
El pasado 2 de noviembre, un matrimonio y sus dos hijos, de 11 y 15 años, procedentes de la región de Apulia, se encontraban de visita en la ciudad. Dieron una vuelta y decidieron entrar a los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina en la Ciudad del Vaticano. A su salida, estaban cansados, querían darse un respiro y para ello entraron a un restaurante ubicado en la Villa della Conciliazione. Sin embargo, nunca se imaginaron que saldrían con 120 euros menos en sus bolsillos.
Si te estás preguntando si fueron víctimas de carteristas, negativo. Leo Recchia, padre de familia, ha explicado al diario local Il Messaggero lo que ocurrió cuando recibieron la cuenta. No fueron conscientes de ello hasta que el camarero les trajo el ticket que especificaba el precio que debían pagar por lo que habían pedido: tres perritos calientes, un sándwich de jamón y queso, cuatro latas de Coca Cola y una botella de agua. En total, 119,34 euros que debían abonar por todo lo que habían consumido en su visita al establecimiento.
Un servicio de casi 20 euros
El servicio que el local cobra a los clientes por hacer trabajar a sus empleados es de 18 euros, una cantidad nada módica para un servicio de estas características, si consideramos que en España dicho apunte nunca suele estar específicado en el ticket de consumiciones.
"Había comenzado a llover fuera, así que entramos a ese café. Nos sentamos, mi hijo eligió el perrito caliente del menú. Si soy sincero, no le presté mucha atención. Pedimos dos más y un sándwich. Entonces llegó el camarero con el recibo... Y pensar que la noche anterior habíamos ido a un restaurante detrás del Panteón y pagamos lo mismo pero para una cena completa", relató el padre tras el contratiempo, quien no dudó en acudir a los medios de comunicación para denunciar públicamente los hechos.
En respuesta a lo ocurrido, el gerente del restaurante también ha hablado y no ha querido pasar por alto los comentarios de Recchia. Se defiende explicando que es culpa de los clientes no haber mirado los precios del menú antes de hacer su pedido, sin embargo reconoce que no es la primera vez que le pasa. A pesar de ello, reconoció que no son precios populares. "Caro o no caro, es una cuestión subjetiva", afirma.
Suena irrisorio, casi surrealista e inimaginable. Pero ocurrió de verdad, al igual que le pasó a dos turistas japonesas cuando en su visita a la ciudad en el mes de septiembre tuvieron que pagar 430 euros por dos platos de espagueti y una botella de agua. Esta vez, la cosa volvió a ir tan lejos, que al haberse vuelto una constante, el Ayuntamiento de Roma ha querido intervenir y está dispuesto a solucionarlo y poner remedio.
Carlo Cafarotti, concejal de Comercio de la ciudad, ha explicado que a pesar de que se están buscando formas de paliar los efectos de este tipo de situaciones, con una especie de sello "antifraude", que desafortunadamente aún tardará en llegar. Por el momento, insta a todos los comensales que entren a un bar, restaurante o cafetería a revisar siempre el menú y así evitar una desagradable sorpresa en el momento de sacar su billetera o tarjetero.