Las mentiras tienen las patas muy cortas. Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Son frases que hemos oído desde que somos pequeños con el objetivo de que siempre vayamos con la verdad por delante. Y a pesar de eso, todavía decimos mentiras, aunque sean mentirijillas piadosas.
Y es que aunque se intente, no siempre se pilla a un mentiroso, a veces las mentiras tienen las patas más largas de lo que nos pensamos. Aunque unos intentan descubrirlas analizando el lenguaje corporal, dándole la vuelta a las preguntas a realizar o buscan contradicciones en la conversación, no siempre la verdad acaba saliendo a la luz.
Puede que hasta ahora. Puede que el fin de las mentiras haya llegado. O quizás esta que te vamos a contar es una nueva técnica para añadir a la lista. Fijarse en el nivel de detalle que la persona utiliza para contar su historia es la clave.
Quién, qué, cuándo, cómo y por qué
Así lo ha propuesto un grupo de investigadores de la Universidad de Ámsterdam. Los investigadores precisan que cuantos más datos y descripciones para desvelar el quién, qué, cuándo, cómo y por qué es más probable que estén diciendo la verdad. Se suele tardar un poco de tiempo acostumbrarse a analizar el detalle, pero, cuando se hace de manera efectiva, se pueden destapar engaños con una precisión de casi el 80%, según la investigación.
Para llegar a esta conclusión, se realizaron una serie de experimentos de laboratorio. Se dividió a un grupo de estudiantes en culpables e inocentes. Los primeros tuvieron que robar un examen de un casillero; mientras que los segundos simplemente pasaron media hora en el campus haciendo otro tipo de actividades, como ir a la biblioteca, comer o llamar a un amigo. Después, a ambos grupos se les pidió contar qué había ocurrido durante ese tiempo.
1.445 personas tenían que adivinar si los testimonios eran verdaderos o falsos. Unos debían hacerlo estudiando la expresión corporal mientras que a otros se les indicó que prestasen especial atención a detalles del caso como lugar, personas implicadas o tiempo de la acción. Mientras que del primer grupo, parecía que las respuestas eran dadas al azar, del segundo pudieron separar con una precisión del 59 al 79% la verdad de la mentira.