Si bien el Channel One ruso ya no solo está expulsado de Eurovisión 2022 sino que han sido expulsados definitivamente de la Unión Europea de Radiodifusión, es de cajón que la televisión rusa tenía sus planes para el festival de Turín bien amarrados.
Al igual que ocurriría en 2017 cuando el festival viajaba a Kiev y la presencia rusa era prácticamente una quimera, los rusos apostaban para Italia por un perfil que llamara a la ternura en el festival. Se trata de la joven de 18 años Yaroslav Simonova, invidente y que saltó a la fama el año pasado al aparecer por un célebre talent show en su país.
En una información ofrecida por el portal Eurovision.rus, el Channel One buscaría evitar la sanción apelando al lado más humano, en una práctica de propaganda manifiesta similar a la que hicieran con Yulia Samoylova para la cita de Kiev.
En aquel entonces, para el año 2017, la normativa local ucraniana era clara, y dejaba manifiesto que un artista que hubiera actuado en Crimea no podía entrar al país. Vista la situación, y para tensar la cuerda, el Channel One apostaba por Yulia Samoylova, una cantante paralítica con la que poder apelar a la solidaridad y solventar ese veto ucraniano. Si bien de inicio Rusia avisaba que no aparecería por un Eurovisión celebrado en Ucrania, finalmente forzaron la máquina al máximo, aunque la legislación fue tajante y se quedaron sin participar en Kiev. Un año después, Yulia Samoylova sí acudiría a Lisboa, no pasando a la final .
Rusia, reincidente en estas conductas
El uso de Eurovisión como evento para defender los principios nacionales de Ucrania y Rusia ha sido total en los últimos años. Si la victoria de Jamala en 2016 y la respuesta con Yulia Samoylova en 2017 son los casos más flagrantes, también es de valorar como en pleno conflicto de Crimea Rusia se abonaba a los mensajes pacifistas para Eurovisión.
Las apuestas de las gemelas Tolmachovy en 2014, así como de Polina Gagarina con 'A Million Voices' en 2015, apelaban a la paz y la unión del mundo, mientras los tanques rusos entraban en Crimea. Mensajes que obviando el conflicto internacional, funcionaron relativamente bien en el festival, sobre todo con Polina Gagarina, la que acabaría segunda en la edición de Viena.
El otro gran mensaje exitoso respecto al conflicto llega de la mano de Ucrania y de la celebérrima Verka Serduchka, la que en 2007 se alza con un segundo puesto en Helsinki con un 'Dancing Lasha Tumbai' que no significaría absolutamente nada en ucraniano pero que daría pie a poder cantar encima un claro 'Dancing Russia Goodbye'. Como ejemplo del éxito del tema, hace un par de días Annonymous tomaría una de las principales radios militares rusas y nada más interceptarla, reproducirían el tema del humorista Andriy Danilko, el que ya es un símbolo total de la resistencia ucraniana.
Una radio militar rusa secuestrada por el ejército ucraniano.
— Luis Mesa ? (@luismesacabello) February 27, 2022
¿Qué suena para mostrar que la han tomado? El Dancing Lasha Tumbai. De locos. #Eurovision pic.twitter.com/K9SAtfY36l
De esta manera, a la galería de usos políticos y propagandísticos que ha sufrido Eurovisión en los últimos años con Ucrania y Rusia, se hubiera añadido uno más con Yaroslav Simonova, una chica de 18 años que pisaría el escenario más grande del mundo únicamente por buscar enternecer a Europa y tapar el conflicto que amenaza al viejo continente. Por suerte, la acción de la UER ha evitado un episodio cuestionable más en la hoja de ruta rusa en Eurovisión.