El 25 de septiembre de 2017, las estaciones de medición de 29 países registraron niveles alarmantes de rutenio-106, un isótopo altamente radiactivo que no se encuentra en la naturaleza.
Una misteriosa nube tóxica cubrió países tan lejanos entre sí como Atenas, Oslo o El Caribe sin que ninguno de ellos informara de un accidente nuclear en alguna de sus centrales.
Por ello, dos años después, un equipo formado por 70 científicos ha analizado las más de 1.3000 mediciones realizadas durante ese día para determinar la procedencia del escape. Los resultados los recoge PNAs y apuntan de forma clara a los Montes Urales del Sur como el punto geográfico donde se originó la fuga de rutenio-106.
Concretamente la central nuclear de Majak sería la responsable de los altos niveles de radiación que alcanzaron países de Europa Central y Oriental, Asia o la Península Arábiga entre otros. Se trata de una planta de reprocesamiento de combustible nuclear que reutiliza los residuos para fabricar armamento y que ya sufrió un accidente similar en los años 50.
En 1957, la explosión de un tanque con restos de plutonio líquido provocó el tercer accidente nuclear más grave de la Historia, después de Chernóbil y Fukushima, lo que obligó a la evacuación de más de 10.000 personas en la zona.
Rusia niega la responsabilidad en el accidente
La conclusión de este nuevo estudio no es nueva. En 2017 la central nuclear ya se situó en el centro de las sospechas y Rusia negó cualquier posibilidad de escape nuclear en Mayak, señalando la posible entrada de un satélite en la atmósfera como causa del accidente. Resonaba también la posibilidad de un accidente médico, ya que el rutenio-106 se utiliza frecuentemente en terapias contra el cáncer.
Ahora, el estudio descarta de forma rotunda ambas hipótesis y apunta, más bien, a un fallo en la fabricación de grandes cantidades de cerio-144 encargadas por el laboratorio italiano del Gran Sasso.
Uno de los autores principales autores de la investigación, Georg Steinhauser lo explica: "Las cantidades encargadas por el laboratorio y la cantidad de radiación liberada coinciden", afirma.
Además, el científico insiste en que los niveles de contaminación no conllevaron una amenaza de salud para la inmensa mayoría de la población. Sin embargo, advierte de que "no se puede excluir que haya habido una exposición peligrosa a los trabajadores de la instalación, o incluso a la población local", señala.
Ante la negación de Rusia de la responsabilidades en el accidente, Steinhauser responde contundente: "Los rusos no lo han aceptado aún, pero en base a las pruebas científicas estamos muy seguros de que fue un accidente en Mayak y, por otro lado, no hay ninguna alternativa", asegura.
Los investigadores creen que el suceso tuvo lugar entre el 25 de septiembre de 2017 sobre las 6 de la tarde hora local y el 26 de septiembre a mediodía. Por el momento, la central nuclear de Mayak continúa negando los resultados del estudio.