Me es imposible comenzar a hablar de la cantante Rosalía, así como de toda la polémica que su música ha generado, sin mencionar a una de las activistas gitana más reconocidas, Noelia Cortés. La joven concedió una entrevista al medio 'El Español' hace algunos meses, y resumió a la perfección la situación al completo: Rosalía "usa a los gitanos como algo cool que incorporar a su disfraz, pero no le importamos socialmente hablando". Cortés lo sentenció así, de una forma muy apropiada, y no puedo más que usar su frase para comenzar mi reflexión al respecto.
Los estereotipos y el daño que hacen
La cultura gitana y la cultura andaluza siempre se han visto ligadas en España. Se habla del pueblo andaluz y del pueblo gitano como si fueran lo mismo y, en cierta medida, parecen llegar a serlo. Con una diferencia abismal: la discriminación que sufren los gitanos es incluso mayor que la que sufren los andaluces. Hablemos de estereotipos para que podamos contextualizar esto. Cuando se habla de Andalucía, son muchos los extranjeros que creen que aquí todos bailamos flamenco, echamos la siesta (porque la siesta se echa, no se duerme), trabajamos poco, estudiamos aún menos, bebemos mucho y siempre estamos de fiesta. Y, oye, ¡ojalá! Pero lamento comunicar que en esta hermosa tierra se trabaja exactamente lo mismo que en cualquier otra. Hay menos industria, más turismo y, sobre todo, mucho más campo, pero el mismo trabajo.
Cuando hablamos de los gitanos como colectivo, la imagen es muy parecida a la que se tiene de los andaluces. Aunque a los tópicos que ya hemos mencionado se añaden algunos que son todavía más perjudiciales: se habla de los gitanos como incultos, como personas que viven de robar y de aprovecharse del resto, que no se quieren formar y que no quieren formar parte de la sociedad que les rodea. Son, como he señalado anteriormente, estereotipos. Para más inri, erróneos y que sirven como base para discriminar a una raza al completo.
Ser gitano, así como ser andaluz, no se considera jamás algo positivo fuera de Andalucía. Y el que sea una de las dos cosas, o ambas, sabrá a la perfección la losa que esto puede acabar suponiendo. Pero ahora llega Rosalía, que ni es andaluza ni es gitana, coge la estética propia de estos pueblos, así como su espiritualidad, y la toma como propia. No solo eso: la toma como propia y, en lugar de recibir las burlas que cualquier gitano recibiría, ella solo obtiene halagos. ¿Comprendéis lo injusto de la situación, y lo que el pueblo gitano está criticando de Rosalía? No es su voz, no es su música, es apropiarse de algo que no es suyo, de algo que para muchos es su identidad.
La expropiación cultural
Rafael Buhigas, un historiador especializado en Estudios Gitanos, habló con El Español sobre lo que él consideraba que estaba haciendo Rosalía. "Recuerdo la frase de un historiador urbano que decía 'el espacio no se apropia, sino se domina'. Esto quiere decir que la apropiación permite que el sujeto, en este caso, los gitanos, sigan siendo gitanos. Pero con la expropiación quitas algo más: eliminas al sujeto". Y lo que Rosalía parece estar haciendo es más expropiación que apropiación.
"Lo que está haciendo Rosalía, expropiar al gitano, es algo que inauguró Miguel de Cervantes: estableció una distinción entre el gitano bueno y el gitano malo (...) El malo es el que no se adecúa al sistema. Y el bueno, como decía Carlos III, es aquel que deja de ser gitano", explica Buhigas. De esta forma, la sociedad comienza a hablar de Rosalía como una gitana buena, cuando ni siquiera lo es, y tiene una excusa más para criticar a todos aquellos gitanos malos.
Rosalía no es gitana, pero trata de interpretar el papel, aunque, como dijo Noelia Cortés, tomándolo como algo cool, sin más. Usa los mitos románticos, los símbolos que se consideran más llamativos de la cultura gitana, y los expropia, tomándolos como suyos. Estamos hablando de un pueblo que lleva siglos siendo machado precisamente por tratar de mantener su esencia, de un grupo de personas que ha visto cómo se les tacha de vagos y maleantes solo por tener una cultura propia. Y ahora llega Rosalía y decide hablar caló en un videoclip, un idioma que se ha perseguido durante toda su historia, y que para los gitanos es mucho más que un idioma: es una seña de identidad. Es fácil ponerse en la situación de este pueblo y comprender hasta qué punto ver cómo sus símbolos les son arrebatados puede doler.
La expropiación cultural es un problema, pero no solo de Rosalía
Rosalía no es la primera que ha caído en la apropiación, o expropiación, cultural. Muchos famosos lo han hecho, y también han sido duramente criticados. Pero, ojo: nadie está criticando a Rosalía como cantante, porque su calidad es innegable. Nadie está diciendo que no pueda cantar flamenco, porque como bien se ha dicho, Paco de Lucía jamás fue gitano (ni andaluz) y es ejemplo mundial de lo que es el buen flamenco.
Lo que se le está pidiendo a Rosalía es que reflexione. Que sea consciente de sus privilegios, de que el pueblo gitano no goza de ellos; de que si ella hubiera sido gitana, probablemente jamás hubiera conseguido ser tan famosa o gozar de tanto prestigio, independientemente de su voz. Porque ser gitano no es una estética cool, sino pertenecer a una cultura que ha sido perseguida duramente durante siglos.
Rosalía es una gran artista, y tiene una de las mejores voces del panorama. No se la juzga por eso. Se la critica porque ha habido grandes artistas que, como ella, han experimentado con el flamenco, modernizándolo, y por ser gitanos (o andaluces; como he dicho, a veces ambas identidades se confunden fuera de Andalucía) no se les ha reconocido su éxito. Porque, como bien dice Buhigas, ¿por qué no hablamos de Alba Molina? "Pasa en el trap", explica. "Los chavales lo hacen como si fuesen negros del Bronx, pero en España no hay Bronx. Hay 3.000 viviendas y Cañada Real. Y allí hay gitanos, y quinquis, y gente cañí. Pero si un gitano se pone a hacer trap, se le insulta. Lo sociedad solo lo acepta si lo hace gente como la del círculo de Rosalía".