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'Rojipardos' vs posmodernos: el debate cultural que se vive en el espectro de la izquierda española

¿Debe la izquierda centrarse en colectivos sociales o debe volver a unir a la clase obrera y centrarse en sus condiciones de vida? Así es el debate.

'Rojipardos' vs posmodernos: el debate cultural que se vive en el espectro de la izquierda española

La denominada 'guerra cultural' no se circunscribe exclusivamente al eje izquierda-derecha, sino que también se ha ampliado a la hoja de ruta que debe seguir el espectro de la propia izquierda.

El auge de las reivindicaciones circunscritas a corrientes como el feminismo, ecologismo, el activismo LGTBI o los colectivos de personas racializadas ha provocado una modificación del discurso, que antes se centraba exclusivamente en la clase obrera y ahora se ha atomizado en diferentes colectivos en base a los diversos tipos de discriminación.

Este giro ha provocado una brecha dentro del debate del ámbito de la izquierda. Con dos bandos: la izquierda a la que se denomina 'rojiparda' y el posmodernismo.

Los 'rojipardos' sostienen, a grandes rasgos, que este cambio de reivindicaciones debilitan el argumentario de la izquierda, ya que dividen a la clase obrera. Piden centrarse nuevamente en la clase trabajadora como eje del activismo, en el que se una a los colectivos 'de abajo' frente al capital. También critican un "aburguesamiento" de los dirigentes de la izquierda, que consideran divorciados de las clases menos favorecidas por el sistema.

Además, recalcan que las grandes corporaciones internacionales han abrazado esta atomización del discurso, que ya incorporan a modo de marketing y consideran este ejemplo como la mayor prueba del 'regalo' que está realizando la antigua clase reivindicativa frente al poder económico.

Todo ello se suma a una fuerte crítica a los nacionalismos periféricos, que consideran un paraguas creado por las grandes fortunas de las regiones más prósperas, en un discurso que se compara con la Liga Norte italiana, y reclaman la fundación de un Estado centralista con fuerte presencia. Así lo expone Guillermo del Valle, director de El Jacobino, un 'think tank' sobre el que posteriormente incidiremos.

En resumen, consideran que la izquierda española ha heredado, en cierta medida, un discurso neoliberal que ha triunfado, por ejemplo, en el Partido Demócrata de Estados Unidos, en el que aprecian que las cuestiones sociales heredadas de Mayo del 68 han servido para dejar de lado a la clase trabajadora.

Esta situación la ilustra el ensayista estadounidense Thomas Frank en 'Qué pasa con Kansas', en el que denunciaba que las élites progresistas del país habían reblandecido su discurso olvidando con ello a las clases trabajadoras y sus reivindicaciones. Esto sucedía mientras esas élites habían mudado su residencia desde los barrios humildes a las zonas más acomodadas, defendiendo las demandas de los trabajadores cualificados y dejando de lado a los más desfavorecidos.

Tras ello, las clases trabajadoras habían virado hacia postulados de la derecha populista, al percibir que estos mantras, unidos a un fuerte proteccionismo como defensa del empleo, defendían mejor sus intereses. En este caso, muchas veces se pone el ejemplo de VOX, que a pesar de su neoliberalismo económico, ha experimentado un fuerte auge en zonas obreras agitando este mantra (e incluso el fenómeno de Isabel Díaz Ayuso, a quien se ha visto en muchos barrios obreros como salvaguarda de empleos menos cualificados y con mayor tasa de desempleo). En ello, el movimiento enmarcan también fenómenos como los auges de Donald Trump en Estados Unidos, Marine le Pen en Francia o el Brexit en Reino Unido.

En el otro lado, se encuentran los posmodernos. Igualmente a grandes rasgos, sostienen que la clase trabajadora ha dejado de ser un colectivo uniforme, sobre todo tras la conquista de derechos laborales y piden prestar también atención a los colectivos que, dentro de esta clase, mantienen situaciones de discriminación, con políticas como la brecha salarial o las cuotas. También apelan a una atomización real dentro de la clase trabajadora actual, atendiendo a que un repartidor de Glovo no tiene actualmente los mismos derechos que otros empleados más cualificados, por lo que se pierde el discurso uniforme.

También sostienen la necesidad de mostrar este tipo de discriminaciones y concienciar a toda la población sobre la realidad de los colectivos, para que se eviten caldos de cultivo que alimentan a la extrema derecha en los barrios obreros.

Frente Obrero y El Jacobino

Los 'rojipardos' encuentran su máxima representación en dos organizaciones. Por un lado, el grupo Frente Obrero, conocido sobre todo por sus escraches a miembros de Podemos, a los que acusan de aprobar una reforma laboral de corte neoliberal y abandonar a la clase obrera tras una revisión de sus postulados. Por otro lado, se encuentra el 'think tank' El Jacobino, más centrado en el ámbito ideológico ("laicista, republicano, socialista y antinacionalista", según su definición) y del que forma parte como "amiga", según consta en su web, la escritora Ana Iris Simón, autora de 'Feria', conocida por sus críticas a Pedro Sánchez, en las que realizó un amplio alegato a favor de la familia y la necesidad de recuperar el mundo rural.

Ana Iris Simón ha mantenido varios debates virtuales con Roberto Vaquero, líder de Frente Obrero, donde exponen la necesidad de volver a la esencia de una izquierda obrerista, alejada de los discursos que ahora achacan a una izquierda 'aburguesada' que ha perdido en cierta medida el horizonte.

Los posmodernos centran las críticas al 'rojipardismo' en Iris Simón y consideran que se trata de una visión "nostálgica" y "ultraconservadora" en lo social. Es frecuente ver comparaciones en redes sociales en las que se vincula el discurso de la escritora castellanomanchega con la Sección Femenina de Falange y los postulados de esta formación de extrema derecha.

Este sector posmoderno recalca las dificultades que experimentan las personas racializadas o trans, por ejemplo, a la hora de acceder a puestos de trabajo, y la necesidad de equilibrar estas diferencias de manera paralela a las reivindicaciones laborales. Y, también, para evitar los casos de discriminación contra estos colectivos que, señalan, también se siguen produciendo en los barrios obreros dentro de personas con la misma clase social.

No lo ven así los 'rojipardos', que buscan construir una izquierda que evite "el falso mito del progresismo", como defiende Ana Iris Simón. En este caso, expone esa crítica al alejamiento de las clases trabajadoras por parte de los dirigentes de la izquierda en base al ensayo del periodista Daniel Bernabé, titulado 'La trampa de la diversidad: Cómo el neoliberalismo fragmentó la identidad de la clase trabajadora'.

Este escrito ahondó en este conflicto de identidad de la izquierda política. Alertaba de que la defensa del feminismo, el ecologismo o la diversidad sexual han hecho perder la orientación de este sector "Si todos somos una suma inacabable de especificadas, entonces no puede haber un nosotros", expone Bernabé.

Con todo este escenario, Frente Obrero y El Jacobino ya han expuesto en varias ocasiones su anhelo de construir una plataforma, cada uno por su cuenta, que pueda encauzar las reivindicaciones de este sector de la izquierda mediante una formación política.

La perspectiva electoral para Frente Obrero, sin embargo, se choca con el CIS. Tan solo el 1,6% de los españoles se considera como "comunista" y el discurso tan centrado en las esencias de cada ciudadano a la hora de valorar su compromiso con la lucha obrera, junto a la desconexión de unas luchas sociales que han calado en gran parte de la población, pueden reducir su nicho de voto.

El debate, con todo, está servido. ¿Enriquecen las reivindicaciones de diversos colectivos sociales a la izquierda y hemos conseguido que haya más personas con voz o, por el contrario, atomizan las reivindicaciones de la clase obrera en un contexto en el que sus dirigentes han perdido contacto con la calle?

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