Rodrigo Lanza ha sido condenado a cinco años de prisión por homicidio imprudente en la muerte de Víctor Laínez, el hombre vestido con unos tirantes de la bandera española en Zaragoza.
La decisión judicial se aleja de las peticiones de la Fiscalía, que solicitaba una pena de prisión de 25 años por un crimen con agravante ideológico cometido en un bar de la capital aragonesa dos años antes. El jurado popular había declarado a Rodrigo Lanza culpable de las lesiones que acabaron con la vida de Laínez, pero no vio asesinato en estos hechos y los rebajó a homicidio imprudente. Es decir, que mató a su víctima sin intención de hacerlo.
La Audiencia considera probado que el joven protagonizó una pelea con Laínez, que llevaba unos tirantes con la bandera de España sobre su torso. La familia y la defensa han asegurado en reiteradas ocasiones que aquella agresión se produjo por cuestiones ideológicas. Algo que no compartió Lanza, que señaló a su víctima como la persona que se dirigió hacia él con un cuchillo.
Los golpes que el condenado propinó a Rodrigo Lanza fueron especialmente duros. Hasta el punto de que Víctor Laínez murió varios días después en un hospital como consecuencia de las heridas.
Ahora, se considera que fue culpable de un delito de lesiones dolosas en concurso con homicidio imprudente. Por ello se le impone una condena de cinco años de cárcel y una indemnización de 200.000 euros. Sin embargo, saldrá a la calle previsiblemente en junio ya que ha cumplido gran parte de la pena en régimen de prisión preventiva.
Dejó a un policía tetrapléjico
El historial de Rodrigo Lanza es reincidente. Muestra de ello fue la condena que recibió hace 11 años por dejar tetrapléjico a un agente de la guardia urbana en Barcelona, lo que comportó una pena de prisión.
La familia de Rodrigo Lanza se ha mostrado consternada con la sentencia. "No sabemos ni qué decir", ha comentado el hermano de Víctor Laínez al programa 'Espejo Público'.
El entorno de Laínez se había mostrado confiado en que saliera adelante la petición de la Fiscalía y ahora pone en duda la convenciencia de elegir un jurado popular para procesar casos de esta naturaleza.