Los orígenes de la líder de VOX en la Comunidad de Madrid, que intenta calar en los barrios obreros en estos momentos con una estrategia 'lepenista' similar a la catalana, son de todo, menos humildes. Rocío Monasterio goza de un casoplón en el exclusivo barrio de Chamartín valorado en aproximadamente tres millones de euros próximo al Paseo de La Habana.
Se trata de un complejo de 545 metros cuadrados, con cuatro plantas, ascensor, gimnasio, garaje y piscina solárium. Además, ha declarado tener otros cinco bienes inmuebles recibidos en herencia: dos en Asturias y otras en Madrid, además de un solar (en Asturias) y un local comercial más almacén en Madrid.
¿De dónde viene todo este patrimonio?Nieta de un latifundista que hizo las fortunas en América, el origen del ingente patrimonio del que hoy disfruta Rocío Monasterio no se encuentra en su capacidad para superarse a sí misma y otros mantras liberales: más bien, en la Compañía Azucarera Atlántica del Golfo.
En el caso de la familia Monasterio, el dinero procedía de la explotación del azúcar, movida de la mano de oligarcas de origen español como los propios antecesores de la candidata de VOX. Tanto su abuelo como su padre gestionaron esta sociedad ubicada en el sur de Cuba, concretamente en la localidad de Cienfuegos (conocida como Central Manuelita), que en el siglo XIX se levantó en parte con mano de esclavos.
Para conocer el alcance de la Compañía Azucarera Atlántica del Golfo, cabe destacar que la empresa producía 200.000 arrobas cada 24 horas y generaba suculentos beneficios, hasta el punto de llegar a cotizar en Nueva York.
La empresa contaba con todo tipo de medios para trasladar su producción hacia todos los lugares del mundo, conectándose a través de teléfono local, telégrafo y cable. Sin duda, los Monasterio habían progresado con creces en la explotación del azúcar bajo el régimen de Batista en Cuba, una empresa que iba en crecimiento, hasta que iba a suceder algo que, quizás no preveían.
Hay que ponerse en contexto. Hablamos de un contexto, la dictadura de Fulgencio Bastista, un régimen de extrema derecha que permitía hacer a los terratenientes y mantenía a Cuba como el prostíbulo y hogar de todo tipo de mafias, sobre todo procedentes de Estados Unidos.
Expropiados, un viaje a Madrid para fundar Kentucky Fried Chicken y cinco colegios para su hija
La empresa llevó un proceso de modernización en los años 50, únicamente a nivel técnico (no laboral), hasta que finalmente llegó la revolución cubana del 1 de enero de 1959 y todo cambió. El nuevo régimen primero intervino la empresa y cambió su nombre a 14 de julio por la "Toma de la Bastilla". Los Monasterio seguían órdenes hasta que, once años, perdieron la empresa: el Estado expropió la sociedad. Todavía se advierten barracones y obras levantadas por esclavos al servicio de la familia.
La familia de la candidata de VOX a la Comunidad de Madrid no abandonó sus ganas de seguir creando fortuna. Tras una breve incursión en Miami, finalmente recaló en el Madrid del franquismo para fundar en 1972 el primer local de la franquicia Kentucky Fried Chicken de nuestro país. Dos años después, ya se habían asentado y Rocío Monasterio nació en Madrid.
Rocío Monasterio, según publicó El Español, llegó a pasar por cinco colegios distintos porque sus padres no estaban contentos con ninguno para ella. Algunos, del Opus Dei. Ella, sin embargo, no era mala estudiante.
Cuando salió del colegio estudió Arquitectura, se fue una breve temporada nuevamente a Miami a tener contacto con la comunidad cubana y luego volvió a Madrid, donde conoció a Iván Espinosa de los Monteros.
Ambos decidieron el casoplón en el que iban a vivir. Ella diseñó el inmueble. Un complejo de 545 metros cuadrados, cuatro plantas, ascensor, gimnasio, garaje, piscina con solárium en una de las zonas más cotizadas de la capital. Está valorada en alrededor tres millones de euros. Un casoplón que, sin embargo, le ha traído algún quebradero de cabeza: un juzgado de Madrid ha condenado a Espinosa de los Monteros por tratar de eludir el pago de parte de las obras de la casa. La segunda condena por la misma razón.