Nadie habrá podido olvidar a la famosa niña de Mariano Rajoy. Una joven imaginaria que, durante aquella campaña de 2008, estuvo en boca del entonces candidato a la Presidencia del Gobierno. Era un modelo a seguir: española, con empleo, vivienda y acceso a una educación pública y gratuita. Nada más lejos de nuestra realidad.
Estoy convencido que Berta, que así la bautizó Mariano Rajoy, se sentiría muy decepcionada con las acciones tomadas por el Ejecutivo. Y es que durante estos años nos ha acostumbrado a tomar malas decisiones y a destiempo
En 2004, durante la campaña electoral, ya que creía en un sentimiento de identidad múltiple. Un año después, en pleno debate sobre el nuevo Estatut de Autonomía catalán, el líder del Partido Popular rechazó cualquier boicot a los productos catalanes.
En el año 2006, y para sorpresa de todos, Mariano Rajoy dijo en sede parlamentaria lo siguiente:
Cuando los ciudadanos piden un referéndum porque quieren opinar, la respuesta no puede ser 'tranquilos, no pasa nada, confíen en mí'. ¿Qué broma es esta?. Señorías, ante una demanda tan legítima, tan en razón, con un respaldo tan vigoroso, no podemos ni siquiera imaginar que un Gobierno democrático se oponga y la rechace. Esta es la voz de los ciudadanos, señorías, y es muy fácil escucharla y conviene hacerlo.
En Cataluña hacen cosas
Fue a partir de 2010 cuando empezó a cambiar todo, tal vez con la mirada puesta en las siguientes elecciones generales. Ese mismo año el Partido Popular presentó un recurso de inconstitucionalidad al recién aprobado Estatut. En la campaña de las elecciones generales de 2012 Mariano Rajoy apelaba a los sentimientos y su amor por la tierra catalana.
A partir de ahí, ya como Presidente del Gobierno, no supo controlar las aspiraciones de los secesionistas. Vio con sus propios ojos cómo el Govern de la Generalitat empezó arruinar las arcas públicas con el 3% o creando entes paralelos e ilegales. Y no hizo absolutamente nada. Debió haber suspendido las transferencias de fondos a Cataluña mientras estuviese fuera de la ley.
Y ahora, ante el 1-O, Rajoy debía decidir entre hacer el ridículo y permitir que hubiese urnas o quedar como un Gobierno represivo y retirar las urnas. Pues bien, ha conseguido quedar como un Gobierno represivo, hacer el ridículo y que haya urnas. Esta vez se ha superado.
¡Berta, sé fuerte!