Marcio tiene 44 años y lleva media vida viviendo en la playa. Concretamente, en un castillo de arena que él mismo se contruyó frente al mar de Barra da Tijuca, en Rio de Janeiro. Según cuenta el carioca, tiene la vida que siempre ha soñado y se ríe de quienes tienen que pagar precios desorbitados para poder vivir cerca de la playa.
Su pequeño castillo, sólo cuenta con tres metros de superficie, está inspirado en Gaudí. Tanto que al igual que el catalán, Marcio nunca acabará su obra, ya que tiene que estar retocándola continuamente porque se cae. Su refugio está plantado a escasos metros del mar y se sostiene gracias sacos de arena y a troncos, mientras que por dentro está repleto de libros que la gente le suele donar.
Le encanta leer, la pesca y el golf, que creemos no suele practicar mucho. El terreno de juego no va a su favor. También le apasiona sentarse en una silla que parece sacada de un remake de 'Juego de Tronos' con escaso presupuesto y que está plantada justo delante de su castillo. Posa para los turistas de forma voluntaria y aunque parezca una locura, el ayuntamiento le agradece a Marcio que haya elegido vivir así porque consigue que vaya más gente a la localidad.
Lo único que no le gusta es el calor que pasa por las noches y que le impide dormir, por lo que en ocasiones aprovecha para dormir en casa de amigos. Pero la solución, según cuenta, es fácil: "me mojo un poco los pies en el agua y me refresco", explica simpático el escultor de arena.
¿Cómo vive?
No hay nadie que se pueda vivir del aire y Marcio no es una excepción. El autoproclamado 'Rey de la playa' realiza de vez en cuando esculturas de arena para un centro comercial cercano que le paga por su trabajo.
Su cama es un saco de dormir tirado en el suelo y su baño es una estación de bomberos situada a unos 30 metros de su "casa", por menos de un euro le dejan ducharse y asearse. Quienes quieran fotografiarle no tienen que pagar nada a cambio, pero también pueden dejarle dinero. Todo arte tiene un precio.