El Ayuntamiento de Madrid niega que los vecinos del barrio de la Concepción hayan retirado lazos amarillos que realmente estaban destinados a combatir la plaga de orugas. La información, recogida por varios medios de comunicación, también mencionaba que los técnicos del Consistorio han pedido evitar estas prácticas porque estos elementos contienen sustancias tóxicas.
Según la noticia original, los vecinos del barrio de la Concepción en Madrid se indignaron después que aparecieran cintas amarillas rodeando los árboles de la zona. Rápidamente, muchos de los viandantes identificaron estos elementos con los lazos amarillos que piden la libertad de los líderes independentistas presos, por lo que procedieron a retirarlos.
Sin embargo los lazos han resultado ser, en realidad, cintas adhesivas contra una plaga de orugas procesionarias. Los técnicos han tenido que informar a los vecinos sobre la función real de estos objetos y advertirles del peligro de retirarlos, ya que el tejido contiene sustancias altamente tóxicas que se utilizan para repeler a los molestos insectos.
Los lazos amarillos, un conflicto cada vez más tenso
Los lazos amarillos son, sin duda, un motivo de conflicto cada vez mayor y ya hay quien ve apoyos al independentismo en todas partes. Una muestra de ello es la retirada de los adhesivos contra la plagas de orugas, pero en los últimos meses las tensiones por la presencia de estos lazos se ha convertido también en una auténtica plaga de otra naturaleza.
La batalla por dominar el espacio público en Cataluña no parece tener fin, y es que ha dado lugar a confusiones surrealistas, como la que tuvo lugar en 2017 cuando algunas personas en las redes sociales estallaron contra unos niños que realizaban la figura de un lazo en el colegio.
Los niños trataban de representar el lazo contra el cáncer en una escuela de Zaragoza y, sin embargo, la foto se difundió en Twitter bajo cientos de mensajes en contra del adoctrinamiento a los niños en Cataluña.
Otro ejemplo de la cruzada en contra del color amarillo fue la polémica que invadió las redes sociales ante la supuesta incorporación de los lazos amarillos a los iconos de Whatsapp, algo que nunca llegó a producirse y que, en todo caso, no tenía ninguna simbología política ni vinculación con el procés.
