Mantener una estatua del fundador de Alianza Popular en la localidad pontevedresa de Cambados supondría "incumplir la Ley de Memoria Histórica". Así al menos lo considera la regidora de la localidad, Fátima Abal, que ya ha ordenado la retirada de la efigie que llevaba en el lugar desde 2012. En el momento en el que el anterior alcalde colocó la estatua, paradójicamente, la ley se encontraba ya aprobada.
La alcaldesa ha contado con el apoyo de todo el pleno del consistorio a excepción del Partido Popular y de un concejal independiente que no acudió a su retirada. El acto se celebró el pasado viernes 21 de abril y con ello se cumplía un compromiso electoral de toda la izquierda en la localidad gallega.
Manuel Fraga había sido, a parte de fundador de AP, ministro de la dictadura franquista y firmó órdenes de ejecución de penas de muerte por ello consideran que debe ser retirado. La estatua había sido erigida en 2012 por un alcalde popular, y mostraba al expresidente gallego esculpido en bronce, con aspecto joven, un tocado con la capa de comendador de la Orden do Albariño y con una copa en mano.
Tras la retirada de la estatua, que había sido objeto de actos vandálicos desde su colocación (como cuando la pintaon con un espray, unos calzoncillos rojos por fuera y la 'S' de Superman y en verde el murciélago de Batman en la pechera), se encuentra guardada en el taller de su ejecutor, Lucas Míguez, un artista local que ahora no sabe qué hacer con la obra, al igual que el ayuntamiento.
El problema llega por el hecho de que no está claro a quien pertenece la estatua y a quién se la deben entregar. El anterior alcalde favoreció una recogida de fondos para llevar hacia adelante este proyecto.
El anterior alcalde, ahora portavoz popular en el pleno, afirmó que la escultura representaba el apoyo de Fraga al sector vitivinícola de la localidad. Precisamente por ello, un grupo de cosecheros y bodegueros de la zona aseguran que pagaron por el encargo 15.000 euros en total, de los que 10.000 fueron para el artista. Ahora, reclaman que les devuelvan el dinero.
El ayuntamiento, por su parte, afirma que entregarán la estatua a quien demuestre que es su legítimo dueño, aunque la situación parece complicada porque la recaudación de fondos incluyó también decenas de donativos privados de distintas personas que aportaron cuantías muy diferentes.
Mientras se resuelve todo este embrollo, el ayuntamiento asegura que la iniciativa partió del primer teniente de alcalde, el nacionalista Víctor Caamaño y afirman que la decisión contó con el apoyo de prácticamente todo el Partido Socialista y de todos los ediles de Somos Cambados, plataforma afín a En Marea, pero no con el del concejal independiente, José Ramón Abal, que no quiso asistir al acto de retirada.
"La calle es mía"
La frase se ha atribuido a Manuel Fraga en 1976, cuando era vicepresidente y ministro de Gobernación en el Ejecutivo de Carlos Arias Navarro (conocido popularmente como "El carnicero de Málaga" por las 4.300 víctimas que supuso su entrada de sus tropas en 1937 en la ciudad andaluza). La frase la dijo porque quería prohibir la posibilidad de cualquier manifestación en la vía pública y ante las quejas en torno a la represión policial que se registraba en los últimos años de la dictadura.
Aunque durante el último período democrático se ha vendido la idea de Manuel Fraga como un renovador dentro de la dictadura y un aperturista, lo cierto es que el fundador de Alianza Popular (embrión del actual Partido Popular) encierra algunos actos realizados durante su etapa en el gobierno de la dictadura de Francisco Franco.
Los hechos más duros por los que la historia le recuerda, son los asesinatos de Julián Grimau, fusilado por orden de un Consejo de ministros del que formó parte; de Enrique Ruano, cuyo asesinato a manos de la Policía fue disfrazado por Fraga en la prensa como un suicidio; y las familias de los trabajadores de Vitoria, muertos por disparos de la Policía siendo Fraga ministro de Gobernación.
Margot Ruano, hermana de Enrique Ruano, recuerda todo lo sucedido: "Fraga llamó a mi casa, mientras trataba de arrastrar por el lodo a mi hermano, para dar el pésame. Tenía 18 años, pero sabía qué estaba pasando. Me dijo que le pasara a mi padre pero me negué. Bastante tenía mi padre como para escuchar a este miserable", recuerda cuatro décadas después.
Mientras tanto, la disparidad de actuaciones respecto a la figura de Manuel Fraga, no alcanza el consenso. En el reciente cambio de nombres de Madrid en aplicación de la Ley de Memoria Histórica, no se ha incluido la dedicada a dedicada a homenajear al artífice de Alianza Popular. ¿Quién tiene razón?