Cuando surgió el 15M, una de las principales reformas que se reclamaban era la reforma electoral para dejar atrás un sistema destinado a favorecer a dos partidos fuertes y tender a uno más parecido al "un voto, una persona". En la actualidad, la famosa Ley D'Hont reparte los votos de tal forma que cada provincia escoge a un mínimo de dos escaños, uno en el caso de Ceuta y Melilla. Los demás se reparten en función de la población de la provincia, pero eso no impide que se produzcan desigualdades y un diputado en Madrid valga más de 128.000 votos mientras que uno de Soria, la provincia menos poblada, valga 38.600 votos.
Así pues, en las elecciones de los últimos años solemos preguntarnos cómo serían los resultados si hubiese una circunscripción única, y la conclusión corrobora la tesis inicial: la ley electoral actual favorece al bipartidismo y perjudica a los partidos pequeños.
De este modo, el PP apenas superaría el centenar de diputados, con 104, y el PSOE se vería minado nada más y nada menos que hasta los 79 escaños. Podemos lograría 14 escaños más y, Ciudadanos, 10.
Sin embargo, Unión Popular, donde confluía Izquierda Unida, es el partido que más estaca como el más afectado. Con una circunscripción única, UP lograría 13 escaños, once más que los escasos dos que ha conseguido en las elecciones. Por su parte, Rosa Díez (o sea, Andrés Herzog) no vería desaparecer UPyD y mantendría 2 escaños, a la vez que PACMA se haría con 3 asientos del Congreso para defender los derechos de los animales.
Podemos e IU habrían obtenido juntos 14 escaños más
Por este mismo motivo, las voces más favorables a que Podemos e Izquierda Unida hubiesen confluido en las urnas, tal y como se planteó en un principio con Ahora en Común, han destacado los magníficos resultados que habrían logrado: mientras que ahora mismo suman 71 escaños, de haber unido fuerzas se habrían alzado con 85 diputados, ya que han recibido 532.269 votos más que el PSOE.
Además, el PP habría recibido 114 escaños, el PSOE 88 y Ciudadanos 36, debido al tipo de proporción que establece el reparto de la Ley D'Hont, y sin duda la formación de pactos habría sido mucho más sencilla. No obstante, habría quedado por ver hasta qué punto la estrategia unionista habría funcionado tras disolver las marcas de los dos partidos, algo que no funcionó demasiado bien en las elecciones catalanas del 27 de septiembre.
