La contundente mayoría absoluta de Juanma Moreno en las elecciones andaluzas de este domingo 19 de junio supone todo un hito en la política española reciente. Moreno ha acallado cualquier rescoldo 'casadista', si lo hubiera, que defendiese que la fuga de votos hacia VOX estaba motivada por un discurso más tecnocrático y centrado en la gestión que en la batalla de las ideas.
El líder conservador ha conseguido convertir al PP en el gran partido de Andalucía en tan solo una legislatura, algo que hubiera costado pensar hace tan solo una legislatura, cuando el PSOE acumulaba 37 años de gobiernos ininterrumpidos y el propio Moreno ya se encontraba de salida, buscando una salida profesional fuera de la política.
El resultado también sirve para escenificar una de las mejores vías para que el PP pueda esquivar el espantajo de los pactos con la extrema derecha: no entrar en su juego, ignorarla e incluso llegar a aprovechar las alertas para exhibirse como el 'voto útil' de un partido con aspiraciones reales de gobierno que puede evitar sostenerse en VOX. A pesar de que recurrirá a ella siempre que sea necesario, o al menos el candidato no lo ha negado en campaña, un hecho que al PP ya le costó un tirón de orejas en Europa por parte de Donald Tusk, que vio una "capitulación" la firma del gobierno de coalición con VOX en Castilla y León.
VOX, por su parte, encuentra en este resultado su primera gran derrota. La formación de ultraderecha tenía asumido que no podía combatir en el flanco derecho con candidatos duros como Isabel Díaz Ayuso, pero sí veía margen de maniobra con perfiles moderados como el propio Moreno. El envío a Sevilla de Macarena Olona, abogada del estado con gran proyección mediática, era parte de esa muestra de confianza en que el partido iba a ocupar una nueva vicepresidencia en un gobierno autonómico, puesto desde el que conseguir relevancia mediática de cara a las próximas elecciones generales.
La campaña de Macarena Olona, sin embargo, ha sido un cúmulo de despropósitos. La candidata 'cunera' parece no ser consciente de esta condición paracaidista y ha querido mostrarse como la más andaluza de los candidatos con una exhibición de mantillas y peinetas más propia de los estereotipos que se achacan a Andalucía desde el norte de Despeñaperros que realmente lo que representa Andalucía. El resultado: 14 diputados que no le servirán nada más que para ser tercera fuerza y hacer oposición al presidente.
Lo sucedido, en este caso, avala la teoría de Feijóo en Galicia: que VOX no crece cuando no se alimenta su discurso populista y el PP se dirige hacia el centro. El nuevo giro de la formación conservadora nacional podría evidenciar que las elecciones andaluzas demuestran que VOX podría haber tocado techo.
Ciudadanos, por su parte, cierra su ciclo. La formación naranja desaparece de su último bastión autonómico al perder por completo los 21 escaños que albergaba en el Parlamento regional. Parece complicado que el partido pueda continuar durante el siguiente ciclo, quizás a nivel local, con figuras relevantes como Begoña Villacís en el Ayuntamiento de la capital, en casos puntuales.
La izquierda vive una situación de crisis
Las elecciones andaluzas también ponen en cuarentena el futuro del Gobierno actual. A tan solo un año y medio de las elecciones generales, el PSOE desciende aún más del resultado que Susana Díaz cosechó en 2018 y evidencia que los socialistas encuentran un problema para vender su gestión al frente de La Moncloa. Los resultados de las encuestas a nivel nacional son análogos y todo parece apuntar a un cambio de signo político en las próximas elecciones generales si no hay un cambio de rumbo.
Por otro lado, el sector de la izquierda del PSOE sufre nuevamente la fragmentación. Las divergencias para armar la coalición Por Andalucía y, posteriormente, la no integración de Adelante Andalucía han hecho que un espacio que congregó 17 diputados en los pasados comicios ahora se quede en 7. Que este sector se mantenga fuerte es crucial para que la izquierda pueda mantener el Gobierno y Andalucía ha demostrado que la situación en estos momentos no es la más idónea.
Al igual que las elecciones andaluzas de 2018 confirmaron la fragmentación de la derecha en tres partidos y, a pesar de que el PSOE perdió la Junta de Andalucía, en realidad crearon un clima que facilitó la presidencia de Pedro Sánchez (guerra entre PP, VOX y Ciudadanos; temor a la ultraderecha; divergencias en el PP por el discurso), los resultados actuales ponen de relieve que se instala un ciclo conservador en España en el que el PP recupera la hegemonía del voto en la derecha.