Los 210.000 seguidores de Jordi Rodríguez fueron testigos del fallecimiento de su abuelo el domingo 25 de agosto. El influencer catalán de 20 años compartió el dolor por la pérdida de su ser querido a través de las historias de Instagram. Sin embargo, la forma de hacerlo ha traído consigo un aluvión de críticas.
"No te me vayas, por favor" o "No sabéis lo duro que es esto" son algunas de las frases que acompañaban las fotografías junto a su abuelo, intubado en una cama de hospital. Apenas horas después, el joven aparecía de nuevo en la red social.
Con los emoticonos del abuelo y el corazón y moviéndose a ritmo de la última canción de reguetón, Jordi bailaba frases como "qué tengo que hacer pa' que vuelvas conmigo" mientras realizaba el gesto de rezar o una cruz en recuerdo a su familiar fallecido.
*niño muere en la fábrica de chocolate*oompa loompas: pic.twitter.com/aSJIqIEcek
— adrilik (@adrilik) September 1, 2019
Las críticas no tardaron en llegar, y cientos de usuarios en las redes sociales le reprocharon al influencer su falta de tacto en un momento tan delicado. Su obsesión por las redes sociales o su banalización de la muerte, incluso en un aspecto tan privado y doloroso como la muerte de un ser querido, son algunos de los reproches que ha recibido el joven.
Ante aquellos que le acusan de no querer a su abuelo, Jordi ha respondido: "Llevo días sin comer y no he parado de llorar. Quería muchísimo a mi abuelo". Sin embargo, el influencer se ha mostrado arrepentido y dice sentir que tenía que haber hecho las cosas de forma distinta: "Me arrepiento mucho, no lo debería haber colgado, pero la gente lo ha malinterpretado. Nunca me he burlado de él, lo hice desde mi inocencia".
La frialdad que el joven parecía mostrar en las redes sociales, le convirtieron en blanco de las críticas en un principio y, finalmente, en la diana de más de 700 mensajes plagados de insultos. "Escoria", "cáncer" o "como te vea por la calle te mato" son algunos de los descalificativos y agravios que Jordi ha recibido en su cuenta de Instagram.
Los millennials y las redes, de nuevo a debate
Además, los vídeos de Jordi han reabierto un antiguo debate que pone en el centro, como no, a los millennials y las redes sociales. La actitud del joven no es un caso aislado, y es que la necesidad imperiosa de compartir cada faceta de la vida privada a través de 'stories' ha llevado a que se cada vez se produzcan cada vez más situaciones de este tipo.
El dolor ya no se sobrelleva en solitario, sino que se comparte. Para algunos, esta conducta no tendría otra razón que la de expresar el dolor por una pérdida igual que antes se le contaría a un amigo, o a varios. Solo que ahora se hace a golpe de click y la red es bastante más amplia.
Sin embargo, la psicóloga clínica Mª Ángeles García Fontecha ofrece otra explicación a conductas como la de Jordi: retrasar la fase del duelo. Y es que expresar sus sentimientos en las redes sociales y recibir cientos de mensajes de ánimo y de apoyo puede ayudar a disminuir la sensación de soledad. "Si uno tiene necesidad de compartir ese dolor, que lo haga. Los millennials tienen otra estructura mental a la hora de comunicarse. Tienden a subir este tipo de contenido porque tienen la necesidad de compartir sus sentimientos y todo lo que hacen", explica la experta.
Otra visión completamente distinta tiene el psicólogo Mateo Cerdán, que explica que esta sobreexposición del sentimiento puede tener su origen en una baja autoestima o en la falta de apego. "A veces lo hacemos con el fin de llamar la atención, simplemente buscando un 'pobrecito' o un '¿cómo estás?, lo que puede convertirse en una relación patológica porque tu autoestima depende del apoyo que te da la gente", asegura.
Lo que parece claro es que el caso de Jordi no es el único ejemplo de exposición extrema en Instagram, pero sí el que más rechazo ha recibido por parte del resto de los usuarios de las redes sociales.
"Muchas veces me equivoco y no me doy cuenta de lo malo que puede ser algo y de la repercusión que puede eso tener. Simplemente no me di cuenta de que lo que hice estaba mal y me arrepiento de ello". Con estas palabras, el joven reconoce haber aprendido la lección y ha querido disculparse públicamente. Además, pide que cesen los mensajes de odio que está recibiendo y explica que se siente acosado por cometer un error del que se arrepiente.