Los crímenes contra el colectivo LGTBI en Chechenia aún no cesan. Ante la pasividad del gobierno ruso de Vladímir Putin y la falta de condena efectiva por parte de la comunidad internacional, en el país de mayoría musulmán continúan las persecuciones, las torturas y los encarcelamientos en campos de concentración a los homosexuales y bisexuales.
Así lo ha confirmado Maxim Lapunov, un hombre homosexual de 30 años nacido en Siberia. Es la primera vez desde que estallara el escándalo del hostigamiento hacia este colectivo que una de sus víctimas pone rostro públicamente al dolor que sufrió durante su arresto ilegal. Y, además, lo hizo en la capital de Rusia, en una rueda de prensa rodeado de defensores de los derechos humanos mientras era entrevistado por la periodista Elena Miláshina. Su testimonio se pudo ver en directo a través del canal de televisión de Novaya Gazeta.
La primera víctima que denuncia públicamente
La historia de Lapunov pone los pelos de punta a cualquiera que la escuche. Tras vivir durante dos años en Chechenia por motivos laborales -era organizador de eventos-, este homosexual que mantuvo su condición sexual en el más profundo de los secretos fue detenido repentinamente y sin motivo aparente. El pasado mes de marzo, fecha en la que según los informes se iniciaron las purgas, fue apresado mientras caminaba por la calle. Lo introdujeron en un coche y lo llevaron a una comisaría para torturarle.
Allí estuvo retenido durante 12 largos días. En su testimonio asegura que entraban cada 10 o 15 minutos para pegarle con palos por todas partes del cuerpo mientras le decían constantemente que lo matarían:
"Entraban cada 10 o 15 minutos gritándome que yo era gay y que me iban a matar. Entonces me golpeaban con un palo durante mucho rato: en las piernas, las costillas, las nalgas y la espalda. Cuando empezaba a caerme, me levantaban y seguían golpeándome. Cada día me aseguraban que me iban a matar, e incluso me decían cómo", aseguraba Lapunov en un testimonio demoledor.
Esta víctima del gobierno homófobo checheno relata cómo durante su primer día de arresto estuvo en un sótano lúgubre cubierto de sangre por todas partes. Desde ese mismo lugar, podía escuchar a otros prisioneros gritar de dolor ante las torturas. Asimismo, veía como llegaban más y más personas. Algunos incluso recibían descargas eléctricas, algo que a Lapunov no le hicieron. El objetivo era el mismo: lograr una confesión en la que delataran a todos los homosexuales de su entorno para ir a por ellos.
Durante las torturas en la comisaría policial, los agentes le increpaban constantemente para minarle la moral. "No deberían existir personas como tú en el mundo. No merecéis la consideración de ser humano", asegura la víctima que le gritaban mientras le golpeaban. Lapunov afirma que le acusaron de llegar al país para seducir a otros chicos y "pervertirlos".
Cuando lo liberaron, lo amenazaron con ir a por él si contaba algo de lo sucedido. Además, le hicieron marcar su huella dactilar en un arma como "forma de intimidación" para hacerle creer que con esa pistola alguien podría ser asesinado y él acusado directamente de cometer este crimen.
Este superviviente ha tenido el valor de denunciar públicamente los crímenes que está cometiendo el gobierno checheno liderado por el homófobo Ramzan Kadirov contra los gais y bisexuales. Su hazaña tiene un gran valor y mucho mérito: lo ha hecho pese a las amenazas recibidas y al riesgo que supone para su vida sacar a la luz estas barbaridades.
No todos tienen la misma suerte. Según denunció el diario ruso Novaya Gazeta, hay decenas de víctimas mortales como consecuencia de estas torturas. Algunos logran escapar pidiendo asilo a países como Canadá, Francia, Alemania o los Países Bajos. Sin embargo, hasta ahora nadie había querido salir del anonimato para enfrentar a todo un gobierno homófobo que comete crímenes contra personas ante la permisividad del Kremlin de Rusia y la mirada perdida de la comunidad internacional. El deseo de Kadirov: eliminar a toda la población LGTBI.
Chechenia persigue y tortura a los homosexuales
Durante la pasada primavera, dos periodistas del diario ruso Novaya Gazeta denunciaron públicamente el acoso y las torturas a las que estaba sometiendo el gobierno de Chechenia a la comunidad LGTBI. La publicación acreditó la existencia de campos de concentración donde eran encarcelados y toturados los homosexuales desde el pasado mes de febrero. Desde entonces, los informadores han recibido amenazas por parte del gobierno y de sectores de la sociedad musulmana.
El gobierno liderado por Kadirov desmintió las informaciones asegurando que en la república "no existían gais" y que, en caso de haber alguno, su propia familia se encargaría de llevarles a un lugar del que jamás regresarían. Unas declaraciones que dejan en evidencia el rechazo existente en el propio seno familiar. Sin embargo, los periodistas que denunciaron este caso han confirmado a través del testimonio de varias víctimas que se está llevando a cabo una limpieza en el país.
Las organizaciones LGTBI afirman que decenas de personas homosexuales han tenido que ser evacuadas y que hay víctimas mortales como consecuencia de estas torturas. Human Rights Watch acusa a las autoridades chechenas de cometer estos crímenes y basan su argumento en la fiabilidad de las fuentes de las que disponen sobre el terreno.
La defensora del pueblo, Tatiana Moskalkova, se reunió con el líder checheno -el mismo que acusó a los gais de ser "demonios"- para esclarecer los sucesos. Además, aseguró que llevaría el caso al Comité de Instrucción, aunque aún no hay constancia de que se haya abierto una investigación formal.
Por su parte, el pasado mes de junio el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo acusó a la ley rusa contra la "propaganda homosexual" hacia los menores de ser discriminatoria y alentar a la homofobia. Asimismo, el alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha pedido al gobierno ruso que ponga fin a estas persecuciones. Algo que parece improbable que Putin lleve a cabo puesto que ha demostrado en reiteradas ocasiones estar en contra de los homosexuales.
Hasta ahora, el colectivo no tiene otro remedio que escapar de un país marcadamente religioso, musulmán y anti homosexual. Aún así, algunas víctimas han declarado anónimamente que incluso cuando se encuentran en el extranjero les llegan mensajes para que regresen al país bajo la amenaza de encarcelar a sus familiares.
Chechenia tiene una sociedad anclada en siglos pasados. Pero a lo largo y ancho de todo el planeta Tierra son muchos los países desarrollados que viven en democracias avanzadas que pueden poner en marcha medidas coercitivas que obliguen al gobierno de Kadirov a dar marcha atrás en sus ataques hacia los homosexuales. Tristemente, las declaraciones tímidas de algunas instituciones no han logrado el efecto deseado.
La Historia, como siempre, nos mira atentamente. Y, probablemente dentro de unos años, nos avergüence como civilización haber permitido que se cometan estos crímenes contra la Humanidad. Lo único que debe ser perseguido contundentemente por la justicia y por las democracias es la homofobia.