Un estudio firmado por 11.000 científicos alude a una forma definitiva de acabar o frenar el cambio climático de manera radical: reducir la especie humana. Una solución digna del mismísimo cerebro de Adolf Hitler. Explican que la única manera de salvar la Tierra es siendo menos y que, por lo tanto, habría que extinguirnos parcialmente como especie para poder reprimir el cambio climático.
La población mundial pasó de los casi 1.000 millones de habitantes que había en 1800 a los 7.740 millones en la actualidad; de hecho, se estima que en 2050 se superará la barrera de los 11.000 millones. Por eso, estos 11.000 científicos de todo el mundo, solo ven como única posibilidad la reducción de seres humanos, y no contemplan avanzar tecnológicamente o cambiar los hábitos de consumo como posibles medidas para frenar el cambio climático.
Más personas, más contaminación
Este informe se ha publicado en la revista BioScience, que apunta a lo anteriormente mencionado y añade otras cinco líneas importantes que terminarán por completar el temido cambio climático: nuestro hábitos alimentarios, la política energética, el deterioro de la naturaleza, el modelo económico mundial y los agentes contaminantes.
Estos científicos vienen a explicar que el ritmo de nacimientos de personas es prácticamente incompatible para detener el cambio climático. Más humanos se "cuentan entre los factores más importantes de aumento del CO2" y, por lo tanto, es imposible la reducción del consumo a nivel mundial de la energía o alimentación. Es decir, la Tierra sufriría menos desgaste al ser menos humanos.
Europa como modelo
Lo importante, según estos científicos, es que hay que estabilizar la población mundial para ser "gradualmente reducida" a través de "políticas efectivas" que promuevan "la integridad social", "fortalezcan" los derechos humanos y que, por último, implementen una "reducción de la fertilidad". ¿Cómo hacerlo? Pues, lo primero, insisten en la introducción de "habilitar servicios de planificación familiar de todo el mundo" y mayor igualdad de género en todos los ámbitos sociales, económicos y laborales. Sobre todo, en diversas zonas de África y Asia.
La incorporación de la mujer en el entorno laboral provoca una desaceleración en el crecimiento de la población como está ocurriendo en Europa, según explican estos científicos. Por lo tanto, lo ven como una opción extremadamente buena, en referencia a lo medioambiental, para implementar en otros países con altas tasas de natalidad.