A pesar de la política de recortes y el techo de gasto impulsados por el Gobierno de Mariano Rajoy desde 2011, el déficit público sigue siendo elevado. De hecho, en 2017 fue el más alto de la Eurozona, un 3,1% del PIB, lo que le convierte en el único país que se mantiene bajo el régimen de déficit excesivo.
Dicho procedimiento surge cuando un territorio tiene más de un 3% de déficit, y provoca que la Comisión Europea vigile de forma pormenorizada las cuentas y movimientos de ese país.
Seis años de incumplimientos
A pesar de este dato, 2017 ha sido el segundo año de la era Rajoy en la que se ha cumplido el objetivo presupuestario marcado por la UE. En 2012, la previsión inicial europea era del 4,4% del PIB. El dato final fue del 6,79%. Aumentó una décima la previsión de Bruselas en 2013, lo que no impidió que España volviera a superarla con creces (6,68%).
La UE siguió aumentando el límite de déficit, consciente de los datos de los últimos años. El objetivo era en 2014 llegar al 5,5%. Nos quedamos cerca, con una cifra final del 5,86%. Los momentos más críticos de la crisis habían pasado, lo que aprovechó la UE para ir rebajando la perspectiva del déficit. En 2015, lo fijó en 4,2%. España no lo cumplió, con un desequilibrio presupuestario del 5,08%.
A Bruselas se le acabó la paciencia y amenazó con multas. No obstante, la inestabilidad política del país en 2016 hizo recular a la institución, que llegó incluso a subir el límite con respecto al año anterior con un 4,6%. Un valor más que asequible, como se demostró poco después, al cerrar el año con un 4,33%.
El déficit se ha ido rebajando con el paso de los años (recordemos que 2017 se cerró con un 3,1%, y se espera que 2018 lo haga con un 2,2%), lo que no quita que, dado los monumentales recortes impuestos por el Gobierno durante los primeros años, las cifras sean malas.
En 2017, el déficit público de la Eurozona fue únicamente del 0,9%. En total, la deuda de las administraciones públicas españolas durante la etapa de Rajoy es de 386.154 millones de euros.
