Una joven bielorrusa de 24 años que se perdió hace dos décadas cuando viajaba en tren con su padre ha vuelto a reencontrarse con su padre. La joven ha vivido desde entonces en la ciudad rusa de Riazán —a donde llegó tras su extravío—, y finalmente se reencontró el pasado mes de agosto con su familia biológica tras descubrir su identidad gracias a una sencilla búsqueda por Internet, según informan medios locales.
Yulia Moiséyenko viajaba en 1999 -cuando tenía cuatro años- desde Minsk, la capital bielorrusa, hasta Osipóvichi, una ciudad ubicada a unos 100 kilómetros al sureste, en un tren suburbano.
Su padre, que se encontraba bajo los efectos del alcohol, se quedó dormido. Fue al despertarse cuando vio que su hija había desaparecido. Los padres denunciaron inmediatamente el extravío de la menor y toda Bielorrusia comenzó a buscarla, aunque sin éxito.
Sin embargo, los años pasaron y no se producía ningún avance en la investigación. Se desconocía si Yulia se había bajado del tren o si la habían secuestrado. Inicialmente, los propios padres fueron investigados y se sometieron a una prueba de polígrafo para descartar sospechas. Es ahora, 20 años después, cuando se ha conseguido esclarecer cuáles fueron las causas de esta extraña desaparición.
Al parecer, la niña se bajó del tren en la ciudad rusa de Riazán. Al ser preguntada por las autoridades, pudo proporcionar los nombres de sus progenitores, pero no así su apellido ni su domicilio.
Fue entonces cuando fue dada en adopción, donde vivió momentos duros, ya que, como recuerdan sus padres adoptivos, al principio la menor contaba que unas personas la estuvieron llevando de una casa a otra mientras ella pedía limosna y que debía dormir y evitar llamar la atención de los policías. Después de esa primera experiencia, fue a parar a otra familia de acogida.
Un ansiado reencuentro
Ya de mayor, intentó en vano buscar información sobre niños encontrados en Riazán para poder localizar a su familia biológica, pero todo esfuerzo fue en balde. Sin embargo, gracias a la ayuda de su novio, consiguió encontrarlos a través de internet, donde encontró artículos sobre el caso, e incluso una entrevista de un par de años atrás.
Todos los datos coincidían, por lo que no tardó en comunicárselo a su pareja, que reaccionó sorprendida entre lágrimas. "Me pongo a leerlo y comienzo a entender cuántas coincidencias había y se me empiezan a caer las lágrimas", recuerda Yulia.
Madre e hija realizaron pruebas de ADN con saliva y una semana después se confirmó que efectivamente eran familia. Yulia, que ha perdonado a su padre biológico por aquel fatídico descuido, ahora confiesa sentirse afortunada por haber encontrado a sus progenitores y, así, tener dos padres y dos madres.