Muchos profesionales de hoy en día han prolongado su forma de trabajar en su casa, a veces por no encontrar algo a su medida, otras por la facilidad y comodidad del hogar. No es oro todo lo que reluce y trabajar desde casa no es tan bonito como nos querían hacer creer, tiene sus partes buenas como poder levantarte cuando quieras (si no te has puesto un horario), ir en pijama, no preocuparte de perder el tiempo (ni el dinero) en transporte, ni arreglarte para ir a la oficina...
Pero no es una oficina ni ese lugar donde vas a trabajar a diario, es tu casa y la miras tal y como es: un sitio acomodado, cálido y hogareño, por eso no es tan sencillo como parece. Os contaré algunas de las situaciones más complicadas y peliagudas a las que nos enfrentamos aquellos que vivimos día a día este tipo de experiencia.
1 Tú contra el mundo
El principal problema al que te enfrentas desde casas es la soledad, puede sonar típico pero es algo muy real. No tienes compañeros con los hablar ni compartir experiencias, contarles qué tal tu fin de semana, los planes que harás el próximo mes o 'poner verde' al jefe. Aquí eres tú contra el mundo y debes acostumbrarte a ser un solitario.
Las redes sociales se convierten en una vía de escape, interactuar con otras 'personas' a través de Twitter, poner lo que ves/lees/haces en Facebook o mostrar tus aficiones en Instagram supone un bálsamo para aquellos que nos pasamos el día en casa. No nos engañamos, lo mejor es salir a tomar unas cañas, irte de viaje o quedar con tu pareja, así que no dejes de hacer esas cosas por estar presente en todas esas RRSS.
La vida del autónomo es realmente complicada: debes pagar internet, la factura de la luz, el teléfono, la calefacción (y aire acondicionado en verano), te asustas cuando la compañía te avisa de una caída en la red, tienes que estar disponible 365 días del año, recibir la mayoría de las broncas y escasos halagos por tu trabajo. Y aún así eres tu propio jefe y eso nos mola.
2 La desconexión es constante
Un típico inconveniente de redactores, freelance, blogueros y autónomos que han hecho su despacho en casa, es la desconexión. Cuando sales de casa bien vestido, peinado, te montas en el coche (autobús, metro, tren) y llegas a la oficina es fácil que tu cerebro piense automáticamente "bien, estás en tu puesto de trabajo así que ponte a trabajar". Un verdadero reto cuando tu cama está tan cerca.
Tu madre llama por teléfono, suena el timbre, viene el cartero a traerte un paquete, los vecinos no dejan de hacer ruido, te encargas de las tareas de casa, de hacer la comida, acabas de tender una lavadoras, tienes que salir a comprar, hacer recados... la desconexión es complicada. Y no quiero decir nada si encima usas el mismo ordenador para trabajo y ocio. ¿Cómo no vas a echarle un vistazo a los favoritos de vez en cuanto para enterarte de las novedades que te interesan?
Una solución factible (a mi me funciona) es montar una oficina en tu casa, Si estás siempre en tu escritorio, en la cama o en el sofá asociarás el trabajo con tus ratos de ocio y la concentración se diluirá. Por eso, intenta cambiar de estancia, amolda otro lugar para 'trabajar' y compra utensilios que necesitas o necesitarías en cualquier oficina. Evitar levantarte de manera excesiva también es fundamental.
3 Tarifas irrisorias
Si eres un redactor freelance (por ejemplo, ya que es la profesión que a mí me toca vivir como periodista) que quiere ganarse la vida escribiendo, debes tener en cuenta que se trata de trabajos MAL pagados. Es evidente cuando los directivos de una empresa, los propietarios de una página web y responsables de una red de blogs no tienen ni idea de lo que cuesta hacer un texto decente (podéis aplicarla la misma filosofía a logotipos, servicios de community manager o cualquier otro trabajo freelance).
Ellos se creen que dos minutos son suficientes para realizar algo de calidad y... señoras y señores ¡¡la calidad se paga!! Nos guste o no admitirlo si quieres un buen texto, un contenido de calidad indexable y Google lo considere relevante, eso lleva tiempo e investigación.
¿Es justo ver ofertas de colaboraciones dónde te pidan 1 artículo de 300 palabras por 0,50€ o incluso menos? Hasta 5€ por 20 artículos me llegaron a ofrecer en una ocasión y no se dan cuenta que nosotros también tenemos que comer y con esas tarifas irrisorias no nos llega ni para la entrada del cine. Todo ello dando las gracias a Dios y todos los Santos porque te paguen algo y no te ofrezcan lo mismo gratis.
4 Exigencia: más, más y más
Es difícil saber las horas invertidas desde casas porque una de las mayores ventajas es la libertad de horario. Eso no significa algo necesariamente positivo, si la oficina donde vas cierra a las 18.00, los trabajadores se olvidan de su tarea hasta el día siguiente; sin embargo los autónomos no tienen esa capacidad de desconectar y podemos trabajar hasta las tantas de la madrugada si el día no ha sido lo que esperabas.
Da pena pensar en las condiciones de este tipo de trabajo y como existe una constante que nunca falla: la exigencia de los jefes que piden más y más y más y más sin ofrecer al trabajador ninguna motivación extra. No es normal comenzar escribiendo un artículo con pautas mínimas establecidas y acabar con 'obligaciones' como: tener un mínimo de palabras, buscar palabras clave, encontrar buenas imágenes (sin derechos), poner enlaces, currarte buenos ladillos, hacer subrayados y negritas.
Si el aumento de sueldo se correspondiera con el aumento de exigencias, todo sería más razonable ya que los tiempos van cambiando y hay que adaptarse a las demandas del mercado (en cualquier profesión): pero no es así, se hace por el mismo precio en el que inviertes una cantidad desorbitada de tiempo y sin poder exigir una subida en tus tarifas.
5 No hay valoración positiva
La valoración de tus jefes es importante para cualquier freelance, nunca sabes si haces bien tu cometido y a veces necesitas consejos para mejorar o unas pautas plausibles para continuar adelante. Sobre todo si estás empezando en un sitio nuevo y nadie te explica bien cuál es la realización de tu trabajo y asumen que controlas todo a la perfección. Cada página es un mundo, tiene un manual de estilo, manera de procesar la información y nadie (que yo sepa) nace aprendido.
Eso se convierte en un arma de doble filo cuando no llega ni una sola crítica positiva, ni felicitación o mensaje de ánimo diciéndote que las cosas están correctas después de 3 años (vivencia personal); pero cometes una falta de ortografía o te equivocas en un dato y te escriben al instante para que la corrijas. ¿Ese trato es justo? ¿No deberían dar una palmadita en el hombro de vez en cuando?
Es un hecho comprobado con la experiencia (al menos la mía) que los jefes no piensan en sus empleados / colaboradores / redactores como una persona con sus necesidades, con sus más y sus menos, que tiene un mal día o no está disponible por razones de peso; para la mayoría somos nombres que poner en la casilla de 'Autor' y por el que no tienen ni el mínimo respeto. Y si no tienes respeto por tus trabajadores...
6 Despedido fulminante
El miedo al despido es una gran desventaja en nuestro trabajo ya que no gozas de la posibilidad de remediarlo. Tal vez hayas intentando entrar a la plataforma de gestión de tu y no tengas acceso, pienses de manera ilusa en un error del sistema pero tu jefe / coordinador te comunique que los números no cuadran y los ajustes inmediatos te hagan salir de la empresa.
Quizás te indiquen que "los de arriba" les impiden dejar los accesos abiertos por tener malas experiencias con otros redactores y se carguen meses de trabajo, tiempo, esfuerzo y ganas puestas en más de 700 artículos que no te pertenecen. Al eliminar el usuario, eliminar el autor y con ellos mi nombre de todos ellos.
O es posible que una mañana te levantes con un email que dice "de momento, vamos a dejar de publicar los artículos que teníamos previstos para este mes". Te dirán que has hecho un trabajo estupendo, que no es culpa tuya, los cambios son necesarios y quieren contar contigo en el futuro, algo difícil de digerir mientras intentas sacarte el puñal clavado por la espalda.
¡Qué dura es la vida del freelance! ¿Verdad?