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Ciencia

13 razones por las que adorarás a Sigmund Freud aunque no te interese la psicología

La vida del padre del psicoanálisis llena de excentricidades.

Seguramente es cierto aquello de que todos los grandes genios a la vez son grandes excéntricos. Hace no mucho hablábamos de unos cuantos datos curiosos acerca de la vida de Tesla, que sin duda es un excéntrico de manual. Ahora vamos a traer a primera plana de Los Replicantes la figura de otro de los grandes hombres de ciencia de la historia reciente, éste mucho más comedido que Tesla, pero igualmente cargado de controversia: Sigmund Freud.

Si habéis visto una foto de Freud, es esta
"Si habéis visto una foto de Freud, es esta"

Freud fue médico neurólogo austriaco postulado de manera indiscutible como uno de grandes los padres de la psicología. Es el creador del psicoanálisis y quien marcó en buena parte las primeras reglas básicas de la terapia psicológica clínica. Llegados a este punto, a los psicólogos nos pone de muy mal humor que se dé por hecho que el psicoanálisis es un sinónimo de la terapia psicológica. El psicoanálisis es una corriente, a estas alturas quiero pensar que minoritaria, dentro de la psicología. Los complejos de Edipo, el drama, las terapias de años, el cliente en el diván... todos esos rasgos se han convertido en la psicología lo que el toreo y las sevillanas a la cultura española. El gran tópico, y como tal, en buena parte infundado. Otro día hablaremos en más detalle del psicoanálisis, pues es un buen divertimento digno de Los Replicantes, pero hoy vamos a centrarnos en la estampa de Freud, la figura más emblemática de la ciencia psicológica.

1 Aragorn hizo de Freud

Freud y Jung a los ojos de Cronenberg
"Freud y Jung a los ojos de Cronenberg"

El artículo de Tesla lo cerrábamos con 'El Truco Final' y el papel de David Bowie encarnando el científico. Yo que soy fan de Cronenberg y Viggo Mortensen a partes iguales comienzo hablando de la película. El autor de 'Promesas del Este' firmó una cinta llamada 'Un método peligroso' en 2011 protagonizada por Viggo Mortensen en el papel de Sigmund Freud, y con Michael Fassbender encarnando a Jung, su discípulo más famoso. Ved esa película, no es una recomendación, es una orden.

2 Que corra la farlopa

Seguramente quien sepa algo de Freud sabrá esto: el científico era amante del polvillo blanco para dar una dosis extra de inspiración a su ya elocuente ingenio. Si habéis visto la horrible película 'Una Terapia Peligrosa', cuando el terapeuta de Robert De Niro tenía pesadillas con su cliente, aparecía Freud entre sus sueños bien puesto de cocaína.

3 ¿Pero por qué se metía coca?

Una terapia peligrosa, necesitamos una tercera entrega
"Una terapia peligrosa, necesitamos una tercera entrega"

En realidad la cocaína en aquellos tiempos no ni mucho menos conocido, por lo que tampoco se atisbaba realmente qué efectos concretos se escondían tras la planta. Parece ser que en un primer momento Freud entendía que podía haber efectos beneficiosos al uso de la sustancia, y hacía pruebas en sus propias carnes. Entre otras cosas pensaba que se podría tratar un sustitutivo para la morfina, ya que en aquel entonces pincharse el calmante era la verdadera adicción de moda. Ernst von Fleischl-Marxow, buen amigo del doctor Freud, era adicto las dosis de morfina. Parece ser que con el ánimo de ayudarle fue como Freud comenzó a experimentar con la coca. Llegó a aconsejar que la gente se inyectase coca vía subcutánea, pues: "no se había manifestado ninguna habituación a la cocaína". Los resultados obviamente, desastrosos, y Freud terminó convertido en un gran adicto a la sustancia.

4 Pasó por más de treinta operaciones de cáncer de mandíbula, y continuó fumando

Además de adicto a la cocaína, hábito que parece ser que dejó a un lado antes del 1900 (aunque no está totalmente claro), Freud también era un buen aficionado al tabaco. En innumerables fotos lo encontramos con su semblante serio fumándose un buen puro. Fumar constantemente le llevó a desarrollar un cáncer el paladar, por lo que llegó a ser intervenido en más de treinta ocasiones. También le implantaron una prótesis de mandíbula que "detestaba": "Detesto esta mandíbula mecánica. Con todo, prefiero una mandíbula mecánica a no tener ninguna".

Entrado en años y puro en mano
"Entrado en años y puro en mano"

Aún y con todo, y a pesar de las dificultades del habla generadas por su prótesis, continuó dando conferencias y trabajando casi normalmente. Y aún y con todo, continuó fumando.

5 El sexo, siempre el sexo

Freud vivía sumergido en una cultura burguesa de creencias arraigadas y con un tabú enorme en cuanto al sexo. De esta manera, y a través de su terapia, llegó a la conclusión que en la pulsión sexual se encontraba las explicaciones para los trastornos que padecía la gente. Por aquel entonces, el grueso de sus pacientes -o los pacientes más interesantes-, eran las mujeres histéricas. A través de su obra encontró varios caminos para conectar el deseo sexual con los trastornos psicológicos, pero como denominador común en el imaginario de Freud las referencias fálicas se repetían una y otra vez. Cualquier atributo alargado al que hacía alusión una mujer histérica, como por ejemplo la nariz, era una imagen fálica. Siempre.

6 Aprendió castellano para leer El Quijote. Supéralo

Freud era un hombre abrumadoramente culto. Pensad en la persona más cultivada que conozcáis. Bien, pues al lado de Freud esa persona seguramente sea una perfecta ignorante. Para conocer a qué nivel se movía nuestro médico vienés solo hay que fijarse en una de sus pasiones: la literatura.

Aprender castellano para leer El Quijote
"Aprender castellano para leer El Quijote"

Como buen amante de la palabra escrita Freud sentía la obligación de leer el Don Quijote de Cervantes. Sin embargo, leer la traducción del Quijote no le parecía el acercamiento que la obra merece, por lo que Sigmund Freud decidió aprender castellano motivado por leer la obra como originalmente fue escrita.

Él mismo habló sobre este tema en 1923: "Siendo yo un joven estudiante, el deseo de leer el inmortal Don Quijote en el original cervantino me llevó a aprender, sin maestros, la bella lengua castellana. Gracias a esta afición juvenil puedo ahora -ya en edad avanzada- comprobar el acierto de su versión española de mis obras, cuya lectura me produce siempre un vivo agrado por la correctísima interpretación de mi pensamiento y la elegancia del estilo". Este es un extracto de la carta que escribió Freud a Luís López-Ballesteros y de Torres, traductor de su obra a nuestro idioma.

7 Sus pacientes se enamoraban de él

Freud escribió sobre este particular de manera científica, como un efecto colateral de la terapia psicoanalítica. Durante la terapia se daba lo que él llamaba un proceso de transferencia entre el paciente y el cliente, un vínculo emocional. En una relación terapéutica hay un estatus desigual entre las dos partes implicadas, de tal forma que el terapeuta tiene el control sobre la relación. En medio de este caldo de cultivo de transferencia terapéutica, buena parte de las muchachas bien a las que atendía caían rendidas a los pies del terapeuta.

Bendita transferencia
"Bendita transferencia"

Justo de esto trata la película de Cronenberg de la que hablába al principio del artículo. En ese caso es Jung el que queda prendado de su paciente, interpretada por Keira Knightley.

8 Cuidado con que se te trabe la lengua delante de Freud

Los lapsus del lenguaje que tan inocuos y en ocasiones graciosos parecen, para Freud eran una herramienta diagnóstica básica. En ocasiones, como cuando Cospedal afirma: "Hemos trabajado mucho para saquear a nuestro país", comienzo a pensar que Freud estaba en lo cierto, y los lapsus son mucho más que meros errores del habla o la memoria.

Si queréis leer algo que haya escrito Freud, seguramente el libro más divertido e ilustrativo de su modo de estudiar la psique sea Psicopatología de la vida cotidiana, una obra plagada de interpretaciones a ejemplos de lapsus linguae.

Lapsus del lenguaje a examen
"Lapsus del lenguaje a examen"

Uno de los casos que describe en ese mismo libro pertenece a una experiencia e interpretación de Jung. En él, un hombre comienza a recitar una poesía: "Un pino se alza solitario...", pero a partir de ahí no consigue recordar cómo continúa. El siguiente verso, que el hombre no consigue recordar era "Dormita envuelto en blanco manto". Jung saca punta a este olvido, y lejos de la casualidad hace el siguiente recorrido: un sudario es un manto blanco, con lo cual el olvido se relaciona con la muerte. Averigua que el hombre había vivido la reciente muerte de un amigo por apoplejía, y que su amigo fallecido, igual que él, era corpulento. De aquí deduce que la muerte repentina del conocido le había hecho pensar a nuestro poeta olvidadizo que quizá él también correría pronto esa misma suerte. De esta manera, tras el olvido se esconde el miedo a morir del hombre que en vano trataba de recitar la poesía.

9 El entrañable hombre al que le aterrorizaban los helechos

Hay elementos fóbicos de todo tipo: la oscuridad, el gentío, innumerables aviones, payasos, aviones... temores de todos los gustos y colores, pero hasta en este punto nuestro autor marcaría la diferencia. Freud evitaba dos cosas con todas sus fuerzas, el número 62 (también, aunque en menor medida, el 23 y 28) y los helechos. Helechos... plantas del demonio.

Algo traman...
"Algo traman..."

10 Calculó su fecha de muerte en unas cuantas ocasiones

A partir de los 54 años Freud comenzó a obsesionarse con la idea de que su final se aproxima. Cada vez que cumplía años lo vivía como un elocuente drama, para muestra una de sus cartas coincidente con su sesenta cumpleaños: "Si hubiera sabido cuán poco iba a alegrarme en el sexagésimo año, es probable que tampoco me hubiera alegrado el primero".

Freud hizo cábalas y cálculos que le llevaron a la conclusión de que que moriría a los 41 años; cuando superó la edad, recalculó, y fijó su fecha de muerte a los 51. Una vez saltada la barrera de los 51 asumió que moriría a los 61, luego a los 62, y más tarde se convenció que a los 80. Llegaba a la conclusión de que moriría en estas fechas no de manera azarosa, sino que tenía un sistema circunstancial que apuntaba de manera inexorable al fatídico final. En una carta a Jung le explicaba: "Hace algunos años descubrí en mí mismo la convicción de que habría de morir entre los 61 y 62.... Viajé entonces con mi hermano a Grecia y me resultó directamente inquietante cómo el número 61 o 62... se repetía en todas las ocasiones dignas de mención en todos los objetos contados... Con el ánimo deprimido, esperé respirar tranquilo en el hotel de Atenas, cuando nos destinaron habitaciones en el primer piso; allí no podía venir en consideración el número 61. Bueno, pues recibí el número 31 (que con licencia fatalista se puede considerar la mitad de 61-62)..."

Cuando superó los 62 años comenzó a obsesionarse con nuevas fechas encontrando de nuevo cifras que de manera constante se repetían indicando la fecha del calendario en la que abandonaría el mundo de los vivos. Finalmente Freud murió a los 83 años de edad.

11 Enemigo del Tercer Reich

El museo de Freud
"El museo de Freud"

A pesar de ser una de las mentes brillantes de Austria, y uno de los grandes pensadores de la era moderna, Freud cometía el tremendo delito de ser judío. Declarado como enemigo del Tercer Reich, como tantos otros pensadores y científicos de su tiempo, se vio obligado a pasar la última etapa de su vida en Inglaterra. En Londres se puede visitar su casa convertida en museo.

12 Eutanasia. Murió cuando y como le dio la gana

El debate de la eutanasia es perenne e irresuelto, pero a mediados del Siglo XX Freud decidió cuándo morir. Pidió a su médico, llegado el momento, que le administrase morfina suficiente para arrebatarle la vida. El momento llegó con tres dosis de morfina el 23 de septiembre de 1939. Freud era un hombre de carácter fuerte y bien plantado, y así lo demostró desde el primer día hasta el último.

13 ¿Ser idiota o hacerse el idiota?

Terminamos con una de las grandes frases de Sigmund Freud:

Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota, la otra es serlo

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