El Metro de Madrid es uno de los medios de transporte más utilizados en la capital, con 5 millones de desplazamientos al año. La innovación y la renovación de sus infraestructuras son factores cruciales en su servicio. Sin embargo, hay un sistema que lleva 40 años sin cambios y que facilita la orientación de los usuarios: la señalización de estaciones, salidas, ascensores, obras y peligros. El consultor Fernando de Córdoba ha analizado este mecanismo.
Durante los primeros años hasta la década de 1980, la señalización del Metro no estaba diseñada para ser fácilmente usable, limitándose a indicar salidas y destinos. A partir de entonces, con la desprivatización del Metro, la señalización mejoró significativamente.
A finales de los años ochenta, el objetivo era modernizar la imagen del Metro y hacerlo más accesible. Arcadi Moradell diseñó un nuevo sistema de señalización, que con algunas modificaciones, se mantiene hasta hoy, según Fernando de Córdoba.
Este sistema emplea colores para indicar diferentes tipos de información: azul para la ruta hacia el tren, verde para las salidas, y otros colores para peligros y obras. Los colores reducen el ruido visual y permiten encontrar rápidamente lo que se busca. Los símbolos también tienen un diseño específico, con terminaciones redondeadas excepto en las flechas.
En cuanto a la tipografía, el Metro de Madrid usa la Helvética, una fuente atemporal y reconocible que no ha envejecido en cuarenta años, gracias a su simplicidad y ausencia de adornos. Además, se usan pictogramas estandarizados y se asigna un número y color a cada línea. Un ejemplo es la Línea 5, que puede identificarse por su color verde, su número, o por su origen y destino (Alameda de Osuna - Casa de Campo).
Nuevos retos en la señalización
La ubicación del texto y los símbolos facilita la lectura y comprensión. Los márgenes laterales permiten una alineación vertical clara de la información y las flechas siempre apuntan en la dirección correcta.
Los carteles en los andenes también siguen este sistema, indicando el nombre de la parada y el color de la línea correspondiente. Este diseño, con más de 40 años, sigue siendo eficaz. Un pasajero puede orientarse rápidamente y dirigirse a su destino tras leer los letreros por unos segundos.
El Metro ha enfrentado diversos retos en sus cien años de historia, como la accesibilidad física con la instalación de ascensores. Al principio, estos se trataban como salidas, usando el color verde. Con el tiempo y nuevas obras, los ascensores comenzaron a servir para cambiar de línea, por lo que se decidió marcar los itinerarios accesibles con el icono de una persona en silla de ruedas
