Después de unos eternos meses cerrada, la estación de metro Banco de España ha vuelto a funcionar con regularidad. Y muchos madrileños vuelven a descender, a diario los peldaños de las escaleras de la boca de metro sin percatarse de la presencia de una nueva vivienda que no levanta un palmo del suelo.
Zapatos de ejecutivo, deportivas, chanclas en época de verano y tacones pisando chicles y colillas diariamente. Aprovechando el bullicio, ha sido el mismísimo Ratoncito Pérez el que ha decidido reabrir la puerta de entrada a su guarida secreta, ahora no tan secreta. Si habéis pasado por el lugar, ¿a que no os habíais fijado?
Mide unos 10 centímetros de altura. El dintel simula una barra de caramelo curvada rosa y blanca, y la madera de la puerta está pintada de azul celeste. Puede que para la mayoría de transeúntes pase totalmente desapercibida. A la sombra de un bordillo, tocando a los Jardines del Palacio de Buenavista, consigue ser un huevo de pascua en la inmensa Madrid.
Pérez también se mueve por el resto del mundo
La figura del Ratoncito se encuentra extendida por una gran cantidad de países hispanohablantes, aunque muchas otras culturas tienen a sus propios personajes recolectores de dientes. En la cultura anglosajona, es un hada la que deja unas monedas bajo la almohada; y el Alemania, un angelito.
De vuelta en Madrid, ya hemos visto a algún niño atento con algún diente que le empieza a bailar, acercándose para pedir un deseo a la puerta o simplemente un poco de dinero bajo su almohada. Nadie lo ha visto entrar ni salir todavía. Pero cuentan que si arrimas el oído a la puerta mientras duerme, puedes escuchar cómo respira.