Lo que parecía un mero trámite formal acabó siendo una auténtica tragedia con cuatro muertos. El acto en el Congreso de Estados Unidos para ratificar la victoria de Joe Biden (y la derrota de Donald Trump) ha terminado como una exhibición de violencia, con el asalto de los seguidores del candidato republicano, en lo que aparentaba convertirse en la escenografía de un aparente golpe de estado.
Miles de seguidores del presidente saliente, Donald Trump, que no reconocen su derrota, forzaron la evacuación de los legisladores y del vicepresidente, Mike Pence, que presidía la sesión, en una muestra de violación de la ley que no ha visto este país durante toda su existencia.
Cuatro personas han muerto. Se trata de una mujer que recibió un disparo letal de la Policía y otras tres personas que fallecieron por urgencias médicas, según afirmaron las autoridades locales, que en un principio notificaron un fallecido. Además, hay 14 policías heridos y se han practicado 52 detenciones.
George W. Bush, el único presidente vivo del Partido Republicano, el mismo que Donald Trump, se ha mostrado completamente tajante ante la situación que estaba presenciando: "Así es como se disputan las elecciones en una república bananera". Además, calificó de "insurrección" el asalto, "llevado a cabo por personas cuyas pasiones han sido encendidas por falsedades y falsas esperanzas", añadió.
Mientras que Pence actuaba llamando a la Guardia Nacional, los altos cargos del Partido Republicano se posicionaban en contra de la violencia y se producían dimisiones; Donald Trump guardaba silencio. El Ejecutivo que todavía controla no hizo nada por impedir el asalto al edificio. Mientras sus seguidores reemplazaban las banderas de Estados Unidos por otras con el nombre del jefe del Estado y del Gobierno; los Departamentos de Defensa y de Seguridad Interior se negaron a intervenir.
Solo cuando el asalto ya llevaba más de tres horas, Trump colgó un mensaje en Twitter para pedir a los seguidores que se fueran "a casa". Para acto seguido continuar insistiendo en la acusación de fraude electoral: "Tuvimos una elección y nos la robaron. Fue una elección en la que arrasé. Y todo el mundo lo sabe, sobre todo los del otro bando", afirmó el todavía presidente. Sus cuentas fueron suspendidas.
Falta de acción
Los hechos habían comenzado a las doce del mediodía, cuando Trump llegó al mitin celebrado en el Mall, el parque que ocupa el centro de Washington. Allí volvió a llamar a Biden "presidente ilegítimo" y afirmó que no volvería a reconocer los resultados a pesar de que ninguno de sus 80 recursos ha salido adelante.
Quizás enfurecidos por sus palabras, parte de los asistentes rompieron las cuatro barreras de seguridad que rodeaban al Capitolio y entraron en él. Se repitieron una serie de acciones que los partidarios del presidente llevan realizando en los Congresos de varios estados del país, como Michigan, Pennsylvania y Wisconsin, desde el verano pasado, solo que ahora en Washington.
Los gobernadores de estos estados sí enviaron a las fuerzas de seguridad para evitar que los asaltantes entraran en los edificios. Sin embargo, el Departamento de Defensa se negó a acceder a la petición de la policía del Capitolio para enviar refuerzos. El Departamento de Seguridad Interior, equivalente al Ministerio del Interior, tampoco hizo nada.
Cuando el asalto llevaba dos horas en marcha, ya era muy tarde y se hacía patente que la situación se desbordaba. Los asaltantes irrumpieron en la Cámara de Representantes y se hicieron fotos en el despacho de la presidenta, la demócrata Nancy Pelosi. Destrozaron puertas, ventanas y cristales.
Los legisladores fueron evacuados a través de los túneles previstos para garantizar su seguridad, por lo que no corrieron peligro. Un día después se ha celebrado la sesión prevista y se ha ratificado la victoria de Joe Biden.