España está sufriendo un fuerte incremento de grandes incendios forestales durante el último año. Se trata de aquellos fuegos que superan las 500 hectáreas. La mayoría de ellos están producidos por rayos caídos durante tormentas secas y, en menor medida, consecuencia de la actuación humana, tanto por imprudencia como intencionada.
Las tormentas secas son típicas de las olas de calor, aunque no se producen exclusivamente durante estos fenómenos. Se caracterizan por episodios de ausencia de precipitaciones debido a que el agua se condena en las capas medias y altas y se evapora antes de llegar al suelo por el calor acumulado en las capas bajas de la atmósfera, según explica la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Los rayos son la principal causa de incendios y se generan porque las gotas de agua rozan entre ellas y se van cargando de electricidad estática mientras caen. Estas tormentas suelen ir acompañadas de mucho viento y pueden provocar "reventones de calor" y pirocúmulos, que complican las labores de extinción, así como "rayos latentes" que por ejemplo, quedan atrapados en un árbol y generaran un incendio pasadas 24 horas.
La acción de las tormentas, además, se une a la sequedad de la vegetación, tanto pastos como matorrales y árboles, por la situación de la sequía que atraviesa el país desde enero. Todo ello suma un caldo de cultivo que genera una de las peores olas de incendios del país.
Incendios en España
En Losacio (Zamora), por ejemplo, un rayo caído durante una tormenta causó un incendio que se constituyó como el más grave en lo que va de año, con tres fallecidos y unas 31.470 hectáreas forestales arrasadas. En Riofrío de Aliste, también en Zamora, otro incendio afectó a la Sierra de la Culebra y calcinó 24.738 hectáreas en junio tras la caída de un rayo en la zona.
Otros fuegos de grandes dimensiones se han registrado en Castilla y León, en Monsagro (Salamanca), en el que ardieron 8.622 hectáreas; y el de Boca de Huérgano (León), con 1.100 hectáreas, donde también tuvo su origen en los rayos caídos por una tormenta.
Por parte contraria, el de Quintanilla de Coco, en Burgos, tuvo su origen, presuntamente, en la imprudencia cometida por un agricultor al usar una cosechadora en horario no permitido.
En la Comunidad Valenciana se han registrado tres fuegos de grandes dimensiones en Bejís (19.000 hectáreas), Vall d'Ebo (11.300) y les Useres (800) y, en los tres, el desencadenante fue un rayo.
En Galicia, las investigaciones apuntan a que los dos mayores incendios declarados en la comunidad en lo que va de año, el de Folgoso do Courel (Lugo), con unas 13.600 hectáreas arrasadas y el de Carballeda de Valderoras (Ourense, con más de 12.700, también tuvieron su origen en un rayo.
Navarra también ha sufrido una intensa ola de incendios. Tres de ellos tienen origen señalado por un rayo, en concreto, los que afectan a Leyre, Olleta y Arroniz. Por otro lado, hay cuatro que se achacan a maquinaria agrícola, los registrados en Uterga-Legarda, Bardenas, Eunate y Berriozar; a chispas en la vía férrea en dos, que son Erice de Iza y Ribaforada; y a la acción del hombre en Lerate y Ujué.é
En Andalucía, se produjo en junio un incendio en el Paraje de la Resinera (Malaga) que afectó a unas 5.000 hectáreas y, según las primeras investigaciones, se originó accidentalmente durante unas tareas de mantenimiento con maquinaria pesada en una finca.
En Extremadiura, los incendios más relevantes son los de Casas de Miravete, Las Hurdes (originado por un rayo) y en Gata, donde se investiga si el origen fue intencionado.
En Castilla-La Mancha se encuentran los incendios de Valdepeñas de la Sierra (Guadalajara) cuyo origen se cree intencionado, según señala el Infocam. Además, también se encuentra el incendio de Yunquera de Henares, que se originó durante la recogida de alpacas con maquinaria.
En Aragón, el 31,14% de los incendios han estado relacionados con negligencias, el 21% fue intencionado, el 16,96% se debió a causas naturales y el 16,7% a accidentes, según ha explicado el Gobierno autonómico.
El más grande, con 10.347 hectáreas, ha sido el de Ateca (Zaragoza), que comenzó por una chispa durante trabajos de reforestación en la zona, seguido de Añón de Moncayo, en la misma provincia, con 8.250 hectáreas arrasadas y cuyo origen pudo encontrarse también en una chispa eléctrica.
En Cataluña, los dos principales fuegos han sido Baldomar, en Artesa de Segre (Lleida), en el que ardieron 2.700 hectáreas y cuyo origen podría estar en una colilla junto a la carretera y el de Pont de Vilomara (Barcelona), que calcinó 1.700 hectáreas y que se cree intencionado.
En Canarias, el fuego más importante está en Los Realejos (Tenerife), que puso en riesgo a El Teide y del que las primeras hipótesis apuntan a un origen intencionado.