La época de Navidad es un momento en el que se intensifican las compras, que también tendrán un repunte durante las próximas rebajas que llegarán en enero. Como habrás podido comprobar, al pasar por la caja de muchos establecimientos, los empleados posiblemente se hayan parado a preguntarte por un dato que, quizás, te ha llamado la atención: tu código postal.
Esto, especialmente, ocurre en las grandes superficies comerciales. La cuestión más importante que sobre todo pasa por nuestra cabeza es la siguiente: ¿Para qué quieren las empresas nuestro código postal? ¿Cómo quieren usar un dato de estas características?
En realidad, hay varias respuestas, ya que los establecimientos utilizan nuestros códigos postales para varias finalidades. Entre ellas, por ejemplo, conocer la procedencia de las personas que compran en ellas para saber el impacto concreto de una campaña que han podido lanzar y saber qué tipo de productos se están vendiendo en determinados códigos postales en función de las campañas. También para afinar el buzoneo, puesto que pueden añadir o eliminar códigos postales en función de la procedencia de los códigos postales que llegan a dichas tiendas, aunque esto último es algo en desuso.
Otro de los aspectos a tener en cuenta se encuentra en la estrategia de presencia física en cada territorio. Sabiendo los flujos de desplazamiento de los clientes hacia cada establecimiento se puede saber qué tiendas conectan menos con el público, dónde sería conveniente abrir una nueva tienda y, quizás, donde hay saturación de mercado. Esto permite reordenar, en definitiva, las tiendas de cada cadena. Por ello se pide más el código postal en las periferias que en los centros, ya que en las periferias hay una mayor necesidad por afinar la presencia porque hay una menor concentración de población y menores polos de concentración de personas que en el centro de las localidades.
Un sistema que presenta riesgos
Sin embargo, el código postal en tienda también entraña riesgos para las firmas. El sistema está entrando en desuso porque hay otras herramientas más fiables como el uso de la publicidad segmentada a través de las redes sociales o los datos que aportan herramientas de geolocalización como Google Maps que permiten llegar al público objetivo, por un lado, y afinar a la hora de abrir un establecimiento, por otro.
Además, el código postal también establece un margen de error. Además de que se necesita tener un alto nivel de datos, que no siempre se puede alcanzar por la necesidad de conseguir un alto flujo de clientes, también hay que tener en cuenta el alto número de personas que prefieren mentir por la falta de confianza a la hora de aportar un dato que se considera como demasiado personal para dar a un desconocido.
De hecho, el cliente nunca tiene la obligación de dar el código postal y el vendedor nunca puede negar la venta si decide no aportar la información en caja. Por ello, antes que mentir o aportar una cifra al azar, es aconsejable aludir falta de memoria o directamente decir que no se quiere aportar tal dato, algo que se recomienda.