El nombre de Amanda Bynes copa producciones relevantes en el Hollywood de las décadas de 1990 y los 2000. Su rápido ascenso en la industria cinematográfica le llevó a comenzar con siete años, pasando por protagonizar una serie con su propio nombre ('The Amanda Show'), convirtiéndose en la imagen del canal infantil Nickelodeon y terminando por aparecer en éxitos taquilleros como 'Ella es el chico' o 'Hairspray'.
Una carrera prometedora, con cinco Kids' Choice Awards, que terminó bruscamente en el año 2010. Con solo 24 años y tras el estreno de 'Easy A', Bynes dejó un mensaje en Twitter donde se despedía. A partir de aquí comenzó un descenso a los infiernos (detenida con posesión de drogas, intentando quemarse los pantalones, insultando a sus compañeros a través de Twitter) que, ahora recuperada, intenta dejar atrás para regresar al mundo del escenario en la medida de lo posible.
Amanda Bynes sitúa el inicio de sus problemas en el año 2006, precisamente tras el estreno de 'Ella es el chico'. La joven se metía en el papel de Viola, una adolescente que finge ser su hermano en el colegio y termina enamorada de su compañero, interpretado por Channing Tatum.
El rodaje de aquella producción fue positivo, pero el problema llegó cuando tocó revisarla: "Cuando vi la película entré en un periodo de depresión de cuatro a seis meses porque no me gustaba cómo me veía como chico. Fue una experiencia superextraña con la que me dio el bajón", ha relatado recientemente en una entrevista con la revista Paper.
Ese momento empezó a generar en ella una preocupación excesiva, que empezó a afectar a otras áreas de su vida y, especialmente, a su trabajo. Hasta que empezó a grabar 'Hairspray' en 2007 y vio un artículo en una revista. En él, se hablaba del Adderall como "la nueva píldora para adelgazar", algo que llamó especialmente su atención: "Todos hablaban de cómo muchas mujeres la tomaban para permanecer flacas, así que me dije: 'Tengo que conseguir una de esas'".
"Me recuerdo masticando Adderall en la caravana y no poder concentrarme en mis diálogos"
Adderall es el nombre que recibe un tipo de anfetamina que también se emplea como medicación para el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Bynes decidió acudir entonces a un psiquiatra y fingir los síntomas de esta enfermedad hasta que finalmente recibió la receta que buscaba.
Su consumo, sin embargo, afectó poco a poco a su manera de desempeñar el trabajo: "Cuando estaba grabando 'Carta Blanca', en 2010, recuerdo estar en la caravana masticando tabletas de Adderall y no poder concentrarme en mis diálogos".
De manera paralela, sus inseguridades y la falta de aceptación de su cuerpo empezaron a hacer mella y terminaron por minar con su estabilidad mental. Hasta el punto de que abandonó la comedia en mitad de la grabación sin finalmente aparecer en los créditos: "Lo que hice fue poco profesional, el irme así y dejarlos con todo colgado cuando ya habían gastado tanto dinero", lamenta.
Poco después de aquel abandono, Amanda Bynes tuvo que acudir al estreno de 'Easy A', la última cinta que protagonizó. Y allí explotó: "No podía aguantar mi apariencia en esa película y tampoco me gustaba mi actuación. Después de verla estaba convencida de que debía dejar de actuar".
"Realmente me concentré en las drogas y mi mundo se volvió muy triste"
Con 24 años y completamente decidida, Amanda Bynes abandonó el mundo de la interpretación de la manera más abrupta posible: con un mensaje publicado en su perfil de Twitter. Ahora se arrepiente: "Lo debería de haber hecho a través de un comunicado de prensa, pero estaba drogada. Era joven y estúpida".
Sin trabajo repentinamente y con toda una vida entregada a la actuación, la joven sintió por primera vez un fuerte vacío: "Tenía demasiado tiempo libre, así que me pasaba todo el día fumada. Realmente me concentré en las drogas y mi mundo se volvió muy oscurso y triste".
Pero ese alejamiento que Bynes experimentó respecto a las pantallas no la situó fuera de los focos. Más bien al contrario. Su actividad en redes sociales comenzó a acumular todo tipo de comentarios extravagantes en Twitter como "Quiero que Drake asesine a mi vagina" o "Rihanna, Chris Brown te pegaba porque no eras lo suficientemente guapa" o "Rihanna, luces muy fea cuando intentas parecer blanca".
A partir de aquí, Bynes comenzó a acumular todo tipo de titulares y portadas por, entre otras cosas, sus detenciones por posesión ilegal de drogas, tirar un bong con marihuana desde la ventana de su apartamento por la llegada de la policía, quemarse los pantalones, raparse su melena o conducir bajo los efectos de sustancias estupefacientes.
Una etapa de la que se arrepiente, sobre todo de sus tuits: "Realmente estoy muy avergonzada por las cosas que dije. No puedo retroceder en el tiempo, pero si pudiera, lo haría. Lamento mucho si hice daño a alguien o si dije mentiras, porque de verdad la conciencia me carcome. Me siento triste y asqueada".
Y se muestra triste por cómo se ha lastrado la carrera de toda una vida por sus comentarios: "En Twitter arruiné todo por lo que había trabajado mi vida entera. Cada vez que estaba fumada era como si un alien hubiera invadido mi cuerpo", ha lamentado.
Bynes ahora se muestra recuperada. Sus padres mantienen actualmente su custodia, se ha graduado en una escuela de moda y no oculta que le gustaría retomar su carrera artística: "No le tengo miedo al futuro. He pasado por lo peor, he salido al otro lado y he sobrevivido, así que siento que de aquí solo me queda un camino hacia arriba".