Se conoce como SIBO (Small Intestine Bacterial Overgrowth) a un conjunto de síntomas digestivos que se dan cuando se produce un aumento anormal de la población bacteriana en el intestino delgado. Aunque actualmente se conoce por sus siglas en inglés, no es una enfermedad nueva, ya que comúnmente esta alteración siempre ha existido y se denomina como sobrecrecimiento bacteriano.
En los últimos días se ha hablado más que nunca de este trastorno digestivo, que puede dar lugar "a problemas digestivos crónicos, que van desde la hinchazón, la pesadez, las náuseas o los cambios en el hábito intestinal, entre otros", explica Diego Sánchez Muñoz, especialista en Aparato Digestivo y director médico del Instituto Digestivo de Sevilla (IDI).
"Existe cierta moda de hacer una opción diagnóstica que en realidad siempre ha existido y que puede darse en diferentes momentos de la vida, como después de ciertas infecciones, en momentos puntuales de estrés o en cualquier circunstancia en la que se produzca un sobrecrecimiento bacteriano y, por decirlo de forma simple y gráfica, las bacterias malas del intestino ocupen un lugar que correspondería ocupar a las buenas", explica el doctor.
Problemas digestivos crónicos: desde la hinchazón a las náuseas
La doctora y experta en microbiota, María Dolores de la Puerta, coincide con Sánchez Muñoz en que este sobrecrecimiento bacteriano puede darse a lo largo de la vida en momentos puntuales y que no hay por qué preocuparse. Por normal general, el organismo es capaz de regenerar y restaurar el equilibrio por sí mismo sin necesidad de tener que recurrir a tratamientos específicos. "Existe un concepto conocido como Índice de Resiliencia a la Microbiota, que es la capacidad que tiene esta de recuperarse cuando algo la agrede, ya sea algún tóxico, un período de estrés o una gastroenteritis, por ejemplo", aclara la doctora.
Lo que conocemos como disbiosis o SIBO sí que requiere intervenciones concretas, dependiendo de cada caso, para poder recuperar ese ecosistema natural del intestino. La doctora Dolores de la Puerta ha trabajado muchos años con casos similares y achaca que este repunte de diagnósticos se debe a que "mucha gente ha sufrido trastornos digestivos crónicos durante años, llegando a normalizarlos, sin saber que es algo que se puede diagnosticar mediante una simple prueba de aliento y tratarse ya sea mediante antibióticos, cambios en la dieta y el estilo de vida y otro tipo de soluciones". Como algunos de los efectos que puede provocar el SIBO, se encuentran:
Una buena manera de prevenir el desequilibrio bacteriano en el intestino delgado es aportar a las bacterias beneficiosas del estómago el alimento que necesitan. "Hay que tener en cuenta que estas bacterias comen lo mismo que nosotros, de manera que la alimentación es fundamental a la hora de prevenir y tratar los casos de SIBO. Lo que más les gusta es la fibra de alta calidad, carbohidratos de muy alta calidad y alimentos fermentados como el yogur, la cuajada, el kéfir o los quesos frescos", recomienda la doctora.
Suplementos probióticos
Tanto la doctora Mª Dolores de la Puerta como el especialista Diego Sánchez Muñoz coinciden en que los suplementos probióticos solo se deben utilizar en casos muy específicos."Estamos abusando tanto del término que muchas personas creen que los probióticos valen para todo, en todo momento, dosis y situación, y eso no es cierto. Debe ser siempre un profesional el que escoja las cepas, las dosis y la duración atendiendo a cada caso concreto", aclara Sánchez Muñoz.
Detección del SIBO
Con una sencilla prueba de aliento se puede detectar este trastorno digestivo. "Se realizan diferentes determinaciones a lo largo de la mañana después de una serie de soplidos en una máquina. Con esta simple prueba se puede saber cómo reacciona la flora sobre la marcha y determinar qué tipo de sobrecrecimiento bacteriano se padece", señala Sánchez Muñoz.
El tratamiento suele depender de cada paciente, aunque que el SIBO pueda tratarse con antibióticos no significa en ningún caso "que no pueda haber una recaída, aunque otra cosa es que esta se dé con la misma virulencia", argumenta Sánchez Muñoz. Por eso mismo, no se recomienda tampoco abusar de los antibióticos recetados y seguir las instrucciones del médico de cabecera.