La subdirección general de Epidemiología y Vigilancia para la Salud, dependiente de la Dirección General de Salud Pública, ha comunicado dos posibles casos de leptospirosis, que concuerdan con la sintomatología y resultados preliminares, a falta de obtener la confirmación definitiva de los resultados de las analíticas.
La leptospirosis es una infección provocada por bacterias del género Leptospira, transmitida habitualmente por el contacto con agua contaminada con orina de animales infectados, principalmente ratas. El contagio se produce cuando el patógeno accede al organismo a través de heridas o mucosas. Además, se puede contraer por el contacto con tierra húmeda o lodos contaminados.
Los casos sospechosos detectados hasta ahora, según la subdirección general de Epidemiología y Vigilancia para la Salud, son personas que habían acudido voluntariamente a realizar tareas de limpieza o desescombro en dos municipios afectados por la DANA. Estos pacientes presentan una buena evolución clínica y una permanece ingresada en un hospital.
Síntomas y tratamiento
Los protocolos de igilancia para la detección precoz de casos de infección asociados a las inundaciones producidas por la DANA en Valencia indican que se debe sospechar de leptospirosis cuando una persona presente fiebre y, al menos, dos de los siguientes síntomas: escalofríos, cefalea, mialgias, erupción, inyección conjuntival, ictericia, miocarditis, fallo renal, hemoptisis (expectoración de sangre) u otras manifestaciones hemorrágicas.
El período de incubación de la enfermedad se extiende en un plazo entre 5 y 14 días, con un rango habitual entre 2 y 30 días.
Para diagnosticar la enfermedad es fundamental una aerología con una presentación clínica y datos epidemiológicos, como exposición o factores de riesgo. Además, se puede realizar un test ELISA o aislar la bacteria en muestras clínicas.
En el caso de detectar la enfermedad, existe un tratamiento antibiótico para combatir la infección. Sin embargo, la consellería indica que la mayoría de casos son autolimitados con síntomas leves como fiebre, malestar general o dolores musculares.
El 90% de los casos no revisten gravedad, pero hay un 10% que sí. En ellos, la infección evoluciona a una enfermedad grave y potencialmente mortal, con una disfunción multiorgánica. Se pueden presentar dos fases, una primera más leve que después se agrava. En estos casos es fundamental el tratamiento temprano que disminuye la gravedad y duración.
Entre las recomendaciones establecidas, se encuentra lavarse bien las manos con agua y jabón, utilizar mascarilla, guantes, protección ocular y ropa adecuada de manga larga en las labores de limpieza de las zonas afectadas, así como no consumir alimentos en contacto con los suelos inundados. Además, en las limpiezas de las casas se recomienda abrir las ventanas y puertas para ventilar, retirar todos los enseres mojados, el agua estancada, lodo y barro, limpiar las paredes y suelos y desinfectar con lejía.