Una investigación parlamentaria contra el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, podría poner en peligro su permanencia al frente de la Casa Blanca. Así lo anunció Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense. La Constitución del país contempla en su artículo primero la posibilidad de impeachment, que no es otra cosa que el proceso de destitución del máximo dirigente estatal, así como el vicepresidente o cualquier cargo público civil.
Su origen data de las leyes coloniales inglesas, allá por el siglo XVIII y se puede ejecutar ante cualquier cargo público del Gobierno en tanto los altos cargos políticos y el conjunto de la sociedad consideren que se ha podido dar un caso de "traición, soborno, altos delitos o faltas", aunque el espectro que abarca siempre ha sido objeto de debate entre políticos y juristas. Cuando la nación se constituyó finalmenete como soberana, sus fundadores incluyeron esta potestad e hicieron que esta dependiera del poder legislativo para que no se pudiera dar un abuso de poder tras ser el presunto autor o autora de cualquiera de los actos anteriormente mencionados. De forma que si se llega a poner a punto, su cumplimiento implica directamente la destitución del cargo en posesión.
Estados Unidos quiere determinar si su presidente tuvo algo que ver en la trama contra el hijo del demócrata Joe Biden, que implicó a Ucrania y su presidente Volodímir Zelenski, por las presiones que Trump ejerció sobre el ucraniano durante una conversación telefónica con Kiev al otro lado. ¿Fue realmente el republicano parte de esta conspiración contra el favorito para ganar las presidenciales que tendrán lugar en 2020? Aunque aún es pronto para decirlo, Biden contaría con grandes apoyos de cara a las próximas elecciones estadounidenses y de confirmarse lo planteado, todo podría darse antes de tiempo, aunque el demócrata no llegaría a presidente hasta que así lo constara una victoria electoral. Sería Mike Pence, el vicepresidente actual, quien ostentaría el cargo hasta el 20 de enero de 2021.
Por tanto, una investigación formal tratará de determinar si Trump usó su cargo de presidente para su propio beneficio, haciendo uso de la política exterior como arma de ataque contra la oposición estatal. Independientemente de que finalmente se determine su implicación en los hechos, la Constitución otorgaría a la Cámara de Representantes el poder para someter el caso a votación. Si la destitución es votada por mayoría simple, lo cual equivaldría a la mitad de sus integrantes más uno, un segundo proceso sería trasladado al Senado y también contaría con su participación. Los miembros de la Cámara asumirían el papel de fiscales y los senadores, serían jurados, con el presidente de la Corte Suprema al mando. Donald Trump estaría sentenciado a su destitución como presidente estadounidense si en este caso, al menos 67 senadores votan a favor.
¿Podría ser realmente apartado de su cargo?
En cuanto a aquellos miembros de la Cámara de Representantes que podrían apoyar la moción, encontramos que el órgano está compuesto por 235 demócratas, un número superior a la mitad que harían falta para que el proceso alcanzara el Senado. Sin embargo, el Congreso ya votó en contra de impulsar el impeachment contra Donald Trump el pasado mes de julio, cuando un legislador del estado de Texas intentó que el proceso saliera adelante.
Según The New York Times, las estimaciones apuntan a que el menos 180 representantes estarían de acuerdo con votar a favor en una hipotética votación, 75 estarían en contra o no lo habrían decicido y otros 180 no respondieron a la cuestión planteada por el diario.
En lo que respecta al Senado, sus integrantes son en mayoría repúblicanos, situando la cifra en 53, frente a los 45 demócratas y dos senadores independientes que suelen votar de acuerdo con los demócratas. En este hipotético caso, el presidente sería destituido si al menos 20 republicanos y todos los demócratas e independientes votan en contra de su continuación al frente de Ejecutivo nacional.
Se trata de una situación improbable, ya que una vez iniciado el segundo proceso, sería complicado que al menos una veintena de republicanos se pusieran en su contra, además históricamente nunca ha ocurrido. Asimismo, no es la primera vez en la historia que un presidente haría frente a semejante bochorno público y es que en caso de ocurrir, el líder estadounidense se uniría a una lista que inició en 1868 el expresidente Andew Johnson, a la que añadió su nombre Bill Clinton en 1998. Sin embargo, Johnson no llegó a ser destituido por tan solo un voto en el Senado, aunque tampoco Clinton.
En caso de este último, la acusación otorgada por la Cámara de Representantes debido a perjurio y obstrucción a la justicia no fue contemplada de la misma manera por el Senado, que votó en contra de su despido. Por último cabe remarcar que de decidirse que Trump abandone la Casa Blanca, tampoco podría eximirse de la decisión del Senado, ya que su decisión es irrevocable, ni siquiera a través de los tribunales.