La inflación está causando grandes estragos en todos los aspectos de la economía. Cuando se trata de la obtención de las materias primas, las empresas alimentarias están optando por reducir sus costes obteniendo ingredientes de menor calidad para sus productos, pero manteniendo sus precios.
Los cambios se pueden observar principalmente en el tipo de harinas, aceites, o rellenos añadidos que se emplean el el proceso de fabricación productos. Esta sustitución de productos no solo afecta al bolsillo de los consumidores, quienes están obteniendo productos de baja calidad al mismo precio de antes, pero también pueden tener efectos en la salud.
¿Se trata de un fraude alimentario?
Este tipo de técnicas para abaratar la producción, como la 'cheapflacion' con la sustitución de ingredientes por sucedáneos, u otras como la 'reduflacion' donde se pretende ofrecer menor producto al consumidor por el mismo precio, o incluso más caro que antes, sorprendentemente, no son un fraude.
Según la UE, y en especial respecto al uso de ingredientes alternativos, se trata de una práctica legal siempre y cuando el etiquetado sea fiel a la receta y refleje los ingredientes exactos que lleva el producto. La empresa debe hacerse responsable de que todos y cada uno de los cambios queden reflejados en las letras pequeñas de los envases.
Es decir, queda en la responsabilidad del consumidor en fijarse detenidamente en los componentes de cada uno de los productos de la cesta de la compra, además de tener algún conocimiento de alimentacion para saber si estos sucedáneos son peores o no para nuestra salud. Esto añade un nuevo problema para la población mayor o con problemas de vista.
Otras advertencias en los envases
En caso de ser un ingrediente principal o clave en el producto, no valdría solo con actualizar la lista de ingredientes, sino que habría que indicar esa sustitución parcial o total en el envase, según el reglamento actual se debe señalizar muy cerca de la denominación del producto, y utilizando un tamaño con una altura de la referencia correspondiente al menos al 75 % de la altura de la referencia de la denominación del producto y no inferior al tamaño mínimo.
En problema que se observa en la mayoría de productos afectados por la 'cheapflación' es que muchos de estos ingredientes cambiados pasan muy desapercibidos. Por ejemplo, en productos como la mayonesa, el aceite de girasol está siendo cambiado por aceite de soja, en los fiambres, se pueden observar mayores porcentajes de aditivos como la dextrosa, la sal, agua y aromas, respecto al porcentaje de carne.
