El jueves 6 de octubre, cerca de las once de la noche, se dio la voz de alarma. Tras una llamada al 112, la Policía Local, la Guardia Civil y una ambulancia se trasladaron rápidamente a la calle del Cedro, en Arévalo, Ávila. Al parecer, alguien había escuchado una discusión entre un hombre y una mujer en una residencia de esa calle. No obstante, cuando la ayuda llegó, ya era demasiado tarde: M.B.M, una mujer de treinta y dos años, estaba inconsciente y con heridas de arma blanca. Había sido apuñalada por su marido, J.F.M., también de treinta y dos años. El matrimonio no se encontraba solo en el piso, sino que junto a ellos estaban sus dos hijas, de cuatro y dos años.
Con M.B.M., son ya treinta y tres mujeres asesinadas este año en España bajo el yugo de la violencia machista. Treinta y tres mujeres que, de ser nuestra sociedad de otro modo, aún estarían disfrutando de sus familias, de sus amigos, de su trabajo y de sus aficiones. Al cuantificarlas, al hablar de treinta y tres mujeres, olvidamos que todas ellas tienen nombre y apellidos, que todas tenían una vida que les ha sido arrancadas a manos de un hombre que no las respetaba como personas.
Felicidad Guardado, prima de la fallecida, se ha encargado, en esta ocasión, de que eso no suceda. Usando Facebook como plataforma, ha compartido una fotografía de la fallecida y de sus dos hijas, con el siguiente texto:
"Qué pena de mi prima y qué pena de esos dos ángeles que se han quedado sin su madre porque a un mal nacido anoche le dio por degollarla delante de sus niñas.
Ese tipejo, en estos momentos tiene a unos padres y abuelos sin querer creer todavía que su hija, esplendorosa en belleza y juventud yace con el cuello cortado esperando ser enterrada.
Un entierro que se llevará consigo también, el amor que una joven madre podría haber entregado a sus niñas en el paso del tiempo. Ese tiempo que infalible pasa, también para ese desgraciado que ha dejado tanto dolor por su acto. A él le caerán 20 años de cárcel por destrozar la vida de muchos de esta familia, que poco a poco se irán quedando en 9, 8... y cuando salga seguirá con su vida como si no hubiera pasado nada.
QUÉ BARATO SALE MATAR UNA MUJER EN ESPAÑA".
Podéis encontrar el post en este enlace.
Teléfono contra el maltrayo: 016
No ha necesitado más para desgarrar a todos aquellos que han leído su testimonio, creando, así, una breve conexión entre el dolor de su familia y los lectores. Es fácil ponerse en su situación tras leer esto. Pero es muy difícil imaginar el dolor que esas pequeñas están sufriendo, e, incluso, el que sufrirán cuando sean mayores, y puedan comprender exactamente qué es lo que ha sucedido. Porque ellas no han perdido solo a una madre (que no es poco), sino que perdieron a sus dos progenitores el día en el que su padre decidió asesinar a su madre. Es un dolor irreparable el que ese hombre ha causado a sus hijas, algo con lo que ellas tendrán que vivir para siempre.
El viernes por la mañana, poco después de enterarse de los hechos, el Ayuntamiento celebró un pleno extraordinario, presidido por el alcalde en funciones, Jesús Sanchís. Sanchís dejó clara su condena del uso de la violencia "en cualquier campo, pero especialmente en el seno de la familia y sobre todo cuando afecta a las personas más indefensas". Además, señaló que desde el Ayuntamiento ni quieren ni pueden permitir que un acto de violencia de género, sea cual sea, "quede impune". "Ante cualquier sospecha de uso de violencia, ya sea verbal o física, el camino es la denuncia", ha explicado; por supuesto, en situaciones de violencia de género no siempre es tan sencillo como ir y denunciar. Quizás deberían replantearse la situación, y pensar en otros mecanismos de protección y denuncia puesto que, hasta ahora, los asesinatos siguen produciéndose.
Cerca de mil personas se concentraron este fin de semana en el pueblo de Arévalo para honrar a la fallecida, así como al dolor que está sufriendo su familia. No solo eso, sino que también querían mostrar su repulsa ante actos de violencia machista. Se declararon tres días de luto oficial en Arévalo para, de esta forma, mostrar que la familia no está sola en su duelo, sino que todos están con ellos.
