Es uno de los mandatarios más poderosos del mundo y también de los más excéntricos. Los guardaespaldas de Vladímir Putin, presidente de Rusia, recogen en bolsas sus heces cuando está en el extranjero para poder traerlas de vuelta a Rusia, según informa la revista francesa Paris Match.
Cada vez que el mandatario ruso abandona el país temporalmente, defeca en su propio inodoro, y después sus guardaespaldas recogen las heces y las guardan en unas bolsas especiales. Después, las envían a Rusia donde acaban destruyéndolas.
Tuberías manipuladas en 1964
En junio de 1964, el entonces líder de la Unión Soviética Nikita Jruschov, se encontraba de visita oficial en Copenhague y el Servicio de Inteligencia danés se hizo con sus heces y su orina a través de unas tuberías de desagüe que habían sido manipuladas. Seis meses antes de ese viaje había sido asesinado John F. Kennedy y la Inteligencia danesa estaba especialmente alerta.
Un chivatazo de la CIA les había avisado de que Jruschov podría estar gravemente enfermo y Occidente quería corroborarlo para prepararse ante posibles cambios inminentes en el Kremlin.
Casi 60 años después, la situación tiene un cierto parecido, ya que también se especula con que Vladímir Putin pueda sufrir un cáncer avanzado, y de ahí tantos cuidados del presidente con sus excrementos.
Otras medidas algo exageradas
Podría parecer una medida exagerada, pero no sorprende del todo viendo cómo ha realizado los viajes el presidente ruso desde que invadió Ucrania.
Esta situación recuerda a cuando se hicieron virales sus imágenes con el presidente francés, Emmanuel Macron, ambos sentados en una mesa larguísima cada uno en un extremo de la misma. Putin se negó a realizarse una prueba PCR para que Francia no se hiciera con su ADN y por eso decidió guardar tanta distancia.
Cabe recordar además que el dirigente tiene un catador personal que come y bebe todo lo que Putin quiere llevarse a la boca por riesgo de que lo envenenen. Además, cada vez que viaja se lleva su propia comida y su propia bebida.