Los presidentes de Rusia (Vladímir Putin), Irán (Ebrahim Raisi) y Turquía (Recep Tayyip Erdogan) han mantenido una cumbre trilateral en Teherán, en la que han señalado avances en el desbloqueo del transporte de grano por el mar Negro y se ha debatido sobre el conflicto sirio, enquistado desde hace once años.
Las tres partes que intervinieron en el encuentro emitieron un comunicado conjunto en el que "reafirmaron su determinación a continuar su continua cooperación para liquidar definitivamente a los individuos, grupos, proyectos y entidades terroristas, garantizando la seguridad de los civiles y su infraestructura en cumplimiento del derecho internacional".
Erdogan se centró especialmente en el combate de las milicias kurdo-sirias YPG en el norte de Siria, contra las que mantiene un conflicto violento: "Es imposible esperar de Turquía que siga inactiva, sin responder", ha advertido el mandatario turco.
Es evidente que los tres líderes querían mostrar sintonía pese a que Turquía y Rusia han mantenido choques a nivel internacional. Ucrania ha sido el último de los roces, pero también hay conflictos por Libia o el Cáucaso. Esos roces quizás llevaron a dejar fuera de la cumbre algunos temas, como el envío de drones turcos a Kiev.
Erdogan como puente entre Moscú y Occidente
El encuentro ha alzado en estos momentos la imagen de Vladímir Putin tras el deterioro sufrido por la invasión de Ucrania a nivel internacional, mientras Putin busca desesperadamente aliados. Sentarse con Erdogan y mostrar sintonía con el presidente turco tiene gran relevancia.
Se trata de un presidente miembro de la OTAN y se trata de un encuentro producido después de la invasión de Ucrania, en una reunión en la que el mandatario ruso quiere jugar ahora a erigirse prácticamente como un estadista frente al conflicto sirio y las problemáticas internacionales actuales.
Putin explicó posteriormente más detalles sobre su charla con Erdogan e insistió en la necesidad de que Occidente debía levantar las sanciones a los fertilizantes rusos, algo a "lo que nadie se ha opuesto, ni siquiera los estadounidenses", así como a sus exportaciones de grano, de las que prometió hasta 30 millones de toneladas.
Turquía continúa siendo el miembro díscolo de la OTAN y, como tal, Putin lo vislumbra como el puente entre Moscú y Occidente. Estambul ha sido el epicentro de las negociaciones de paz con Kiev, que no han llegado a buen puerto, así como las conversaciones para desbloquear el tránsito de cereales por el mar Negro.
El papel de Irán
Irán, mientras tanto, mantiene un papel firme de apoyo a Rusia, con quien mantiene una pinza de intereses comunes. La invasión de Ucrania ha mostrado el apoyo incondicional que brindó el líder supremo, Ali Jameini: "Si no se hubiera parado a la OTAN, pasando un tiempo, Occidente habría emprendido una guerra con el pretexto de Crimea. Occidente no quiere una Rusia fuerte", recogió la agencia iraní IRNA.
Rusia e Irán también han ejercido esa pinza a la hora de llevarse a Turquía a su terreno y obligar a Turquía a oponerse a la influencia de Estados Unidos en Siria. El objetivo, en todo caso, es que Bashar Al Assad tenga el control total del país y no florezca ningún tipo de oposición alternativa bajo la idea de que sin él surge la inestabilidad.
Siria
Los tres líderes se comprometen "con la soberanía independencia, unidad e integridad territorial de la República Árabe Siria, así como con los propósitos y principios de la Carta de la ONU". Además, denuncian un "aumento de la actividad de grupos terroristas y sus filiales" en determinadas zonas de Siria.
Erdogan pide una nueva ofensiva en el Kurdistán sirio y ha pedido especial énfasis contra las milicias kurdo-sirias YPG, a la vez que ha pedido que los kurdos abandonen un espacio de 30 kilómetros respecto a la frontera turca.
Jameini, sin embargo, ha advertido de los riesgos que conllevaría: "Mantener la integridad territorial de Siria es muy importante y un ataque militar en el norte de Siria dañaría definitivamente a Turquía, a Siria y a toda la región, además de que beneficiaría a los terroristas". Y Putin señala que este territorio debe permanecer bajo el control de Bashar El Assad porque "debe ser devuelto a Siria".
El futuro de Siria, al parecer, no se encuentra en estos momentos en Siria ni en manos de los ciudadanos sirios, sino en que se ha debatido en una cumbre trilateral en Teherán y se mantendrá en los despachos de los mandatarios de Rusia, Irán y Turquía.