Si alguna vez has visitado el Museo Guggenheim de Bilbao o el Reina Sofía de Madrid reconocerás que, aunque te duela, has tenido dificultades para encontrar el lado artístico de alguna obra, como le ocurrió a la limpiadora que destruyó una exposición pensando que era un botellón. En ese momento, el grueso de la población tiene dos tipos de reacciones: están los que no ganan millones con el arte pero porque no quieren, que te dicen eso de "esto lo sé hacer yo si me das una tarde" mientras resoplan, y están los que miran con atención, asienten, se giran hacia su amiga de pantalones sobaqueros para hacerse los interesantes con un gesto y continúan la visita hacia la siguiente sala antes de tomar el vermú con el resto de sus amigas modernas en un bareto castizo que ahora es trendy en Malasaña.
Por otro lado, está TJ Khayatan, un adolescente que decidió trolear a los visitantes del MoMA de San Francisco hace unos días. En vista del ambiente gafapástico, TJ y sus amigos dejaron unas gafas en el suelo, esperando que la gente se quedara embelasada ante tan magna creación.
Para asegurarse el éxito, eligieron un punto bajo un cartel explicativo de otra obra de arte, que posiblemente no estaba en ese lugar porque estaban trabajando con ella o se encontraba en otra exposición.
A los pocos segundos, los visitantes se empezaron a arremolinar alrededor de las gafas y TJ compartía sus reacciones en su cuenta de Twitter. Absortos, las contemplaban como si fueran una obra de arte.
Algunos incluso se pusieron de rodillas para fotografiar las gafas. ¡Uno nunca sabe cuándo se va a encontrar otra creación de tan alta alcurnia!
Y, por supuesto, hubo seguro quien dijo eso de "esto lo sé hacer yo si me das una tarde".
TJ se divirtió con esta gamberrada que arrasó en la red social del pájaro azul con más de 45.000 retuits y 50.000 'me gusta'. Lo peor llegó al final, según le responde uno de sus amigos en otro tuit: "La parte más vergonzosa fue cuando hubo que volver a recoger la gafas y comportarse como si nada hubiera pasado".
Puestos a divertirse, también intentaron repetir la hazaña con una gorra y un cubo de basura
Ayudado con sus amigos, intentó repetir el troleo colocando una gorra en el suelo y reuniendo a varias personas alrededor fotografiándola con la esperanza de crear tumulto. Lo mismo con un cubo de basura muy estético que había en la sala, aunque nada consiguió el mismo éxito que las gafas del suelo.
Al menos se divirtieron, porque parece que las obras del MoMA de San Francisco no les entusiasmaron demasiado y dedicaron el resto de la tarde a hacerse fotos divertidas con obras que realmente eran obras. Salvo que alguien les hubiese troleado a ellos también, claro.